Edwin aprendió de su madre a vivir en amorosa conexión con Dios y los ángeles.

Un día iba a cruzar una calle distraído y, de pronto, sintió que dos manos lo jalaron hacia atrás.

En ese instante cruzó veloz un auto y, cuando Edwin miró hacia atrás, no había nadie.

Lloró un buen rato, y estuvo buen tiempo dando gracias y decidiendo ser muy cuidadoso.

En otra ocasión tuvo que atravesar un parque sin luz, y sintió que alguien estaba detrás suyo.

Era un ladrón que tenía un cuchillo en la mano, pero lo metió en un bolsillo y le dijo:

“Iba a atracarlo y una voz me dijo: “No lo hagas, él te ayudará si se lo pides”.

Así pasó y Edwin ha llevado a muchos a hacer lo que él vive: Estar en sintonía con Dios y sus ángeles.

 

@gonzalogallog