Había una vez un lejano país en donde el rey quiso saber si era peor la envidia o los apegos.
Para averiguar la respuesta mandó buscar y llamar al ser más aferrado a todo, y al más envidioso de su reino.
Cuando los tuvo al frente les dijo: “Cada uno de ustedes, pida lo que quiera. Pero le daré el doble al otro”.
El posesivo se sintió muy incómodo. Al pedir algo, también le daban mucho más al otro, y todo lo quería solo para él. Al envidioso le pasó algo similar.
El apegado dijo: “que me den duros golpes en la espalda”. Si se los daban a él, le iría peor al otro.
Llegó el turno del envidioso y este dijo: “deseo que me pongan al apegado encima y que empiecen los golpes, un colchón encima y que golpeen luego”.
Así se hizo, y el rey ordenó: “ambos harán un largo retiro en un monasterio para soltar sus vicios y ser mejores personas”.
Les costó mucho, pero perseveraron y con la práctica dejaron atrás los apegos y la envidia.

@gonzalogallog