Pionera de la astronomía, Henrietta Swan Leavitt, 1886-1921, empezó a trabajar en el Observatorio de Harvardven en 1895.
Formó parte de un extraordinario grupo de mujeres conocidas como las “computadoras de Harvard.
Las contrató el astrónomo Edward Pickering para clasificar la enorme cantidad de imágenes del universo que requerían sus estudios.
Ella cobraba 30 céntimos de dólar por la hora, estaba casi sorda desde los 17 años, pero hizo un gran descubrimiento.
Nos dio la llave para entender la medida del universo, y sus hallazgos siguen utilizándose hoy para medir la expansión del cosmos.
Ninguna mujer podía operar los telescopios, lo que limitaba en gran medida su trabajo. Los hombres la trataban despectivamente.
Leavitt se fijó en 1908 que cada estrella palpitaba con un ritmo regular y, cuanto más largo era su periodo, más luminosidad tenía.
Se conoce como “ley de Leavitt”: una estrella que tarda más en palpitar, es más brillante que una que lo hace rápido.
Entonces viendo su brillo desde la Tierra, un astrónomo puede deducir lo lejos que se encuentra el objeto observado.