A raíz de una entrevista publicada por Caracol Radio, la senadora Sandra Ramírez y su partido político “Comunes”, se han mostrado indignados por la supuesta “…campaña comunicativa que busca estigmatizarla y denigrarla…” a partir de “…señalamientos y acusaciones sin fundamentos”.

Por su parte Deisy, una de las víctimas de las Farc que fue reclutada a los 11 años, acusa directamente a Sandra Ramírez de abusar y mandar a abusar a miles de niñas menores de edad.

Comenta con angustia cómo las pequeñas eran consideradas como las fresitas, o el postre, y que ella, Ramírez, las seleccionaba como si fueran carnadas para entregarlas como instrumento sexual a los comandantes del grupo terrorista que hoy tienen asiento en el Congreso de la República.

Deisy cuenta que la reclutaron en 1998, le implantaron a la fuerza un dispositivo intrauterino y fue puesta a disposición de los jefes farianos para que abusaran de ella sin consideración.

Dice no olvidar el rostro de Ramírez, y la reta a una confrontación en el Congreso.

Narra que el miedo era la constante, pues a muchas víctimas “las mataron por comerse un pedacito de panela” o, en otros casos, la protesta era castigada con horribles trabajos físicos.

Dice: “Quien más asco me genera es Pablo Catatumbo, otro violador que se gana 50 millones de pesos sin pagar un solo día de cárcel… Ese señor me abusó. Hoy les quiero decir a Catatumbo, Lozada, Tornillo, Ramírez, Sandino y Timochenko que las víctimas ya les perdieron el miedo; que las víctimas también merecen que las escuchen en este país”.

¿Habrá que recordarles a estos desalmados que los delitos sexuales contra menores de edad son imprescriptibles? Seguramente, pues con cinismo han trivializado los hechos y los pintan como de normal ocurrencia en el conflicto. Obvian que están revictimizando a miles de personas que sufrieron sus vejámenes siendo unos niños y hoy, como si nada hubiera ocurrido, los criminales posan de faros morales en diferentes escenarios.

Omiten que no aportaron verdad y que, sin ella, no hay justicia, ni reparación. Y que la voluntad de no repetición se pierde cuando no hay siquiera un asomo de arrepentimiento, pero sí una larga sombra de soberbia, descaro y prepotencia.

Pasan entonces de victimarios a víctimas, y exponen a los denunciantes a seguir sufriendo sus lesiones e incrementar sus heridas, pues cuando se reclama justicia, la respuesta es impunidad total, poder omnímodo y lujos y boatos descarados.

Por su parte, la honorable senadora Sandra Ramírez dice tener la conciencia tranquila… Y pide pruebas de unos delitos cometidos hace 27 años cuando, como hoy en varias regiones del país, los terroristas farianos eran amos y señores, y sus atrocidades eran reconocidas y padecidas por todos los habitantes.

Para Deisy, nuestra solidaridad total. Los colombianos de bien necesitamos más personas con su valor y determinación.

Solo develando las atrocidades de quienes hoy pretenden ser el faro moral, podremos frenar sus nefastas intenciones de seguir en el poder.

¡Malditos terroristas!