Después de cuatro años de inactividad, desengaño, corrupción, despilfarro y destrucción vemos una Manizales activa, dinámica y propositiva. Es el resultado de haber reaccionado masivamente y entregado las riendas a una Administración con experiencia y voluntad de hacer; a una Administración concentrada en la reconstrucción de la ciudad; a una Administración que se alejó del retrovisor y trabaja en las soluciones y no en llorar por los problemas heredados.

Por eso, a escasos cinco meses del inicio de esta Alcaldía, se respira un nuevo aire y cunde el optimismo y las ganas de resurgir. Y por eso también, aunque paradójico, es increíble sentir placer en medio de un embotellamiento; o alegría al encontrarse en la reducción de las calzadas; o regocijo al tener que optar por rutas alternas. Porque todo obedece a la acción, al dinamismo y a la recuperación de nuestra ciudad. Obras de las que nos encontrábamos privados durante cuatro años, hoy cunden en los barrios y veredas, y la presencia oficial ya es una constante que nos permite volver a mirar a Manizales con optimismo y confianza.

Lo mismo sucede con la seguridad: la reparación de cientos de cámaras de vigilancia que se encontraban fuera de funcionamiento, además del reforzamiento de efectivos de la Fuerza Pública que hoy hacen presencia en puntos neurálgicos, son un aliciente para el ciudadano y nos hace sentir protegidos. Vemos, además, una movilidad amplia y una presencia masiva de guardas de tránsito que controlan y previenen los desmanes que nosotros mismos ocasionamos y que, ante la pasada ausencia de Estado y la indolencia administrativa, se contagiaron en el ciudadano y crecieron aumentando más el caos.

Cinco meses que nos cambiaron la percepción de ciudad; cinco meses que marcan una nueva era de resurgimiento del sentido de pertenencia y del orgullo manizaleño; cinco meses que nos permiten mirar a una Manizales con los grandes valores sociales, cívicos y culturales de los que hacíamos gala hasta hace algún tiempo, y que hoy volvemos a encauzar para beneficio de todos.

Y este es solo el inicio. 

Sabemos que es mucho más difícil reconstruir que construir; y que partir de unas ruinas para edificar, no es lo mismo que partir de un terreno limpio y sano. Pero esa es nuestra realidad y vemos que se está enfrentando con estoicismo, grandeza y fortaleza. Y por eso también debemos ser conscientes de que nuestro apoyo es vital para el éxito y de que la ciudadanía, toda, debe mirar a Manizales como ese terruño que sufrió una abominable peste y requiere de nuestra colaboración para salir airosa.

¿Y cuál puede ser ese apoyo? Desde las acciones pequeñas de cultura ciudadana, del civismo, de la amabilidad personal; hasta las grandes acciones de creer en la ciudad, invertir en ella y multiplicar sus fortalezas, son aportes concretos que muchas veces no nos cuestan, pero que ayudan inmensamente a hacer de Manizales un municipio con mayor calidad de vida. Requerimos, además, de paciencia, pues no podemos esperar soluciones relámpago a problemas creados y alimentados durante cuatro eternos años, y mucho menos esperar que el resquebrajamiento institucional y el saqueo de nuestras arcas tengan una recuperación milagrosa. Lleva tiempo y muchísimo esfuerzo recomponernos, y es entonces por eso repudiable que algunos que hoy exigen inmediatez, hayan sido parte del problema y cohonestaran con su silencio o acciones la debacle que enfrentamos. Estamos pues ante unas nuevas perspectivas y ante el resurgimiento de una ciudad siempre hermosa y caracterizada por su cultura y calidez. Este es un nuevo desafío para una raza que ha superado los más grandes problemas y se ha sobrepuesto a las más inmensas vicisitudes. ¡Adelante, alcalde Jorge Eduardo Rojas! Lo que hoy vemos nos llena de esperanzas e ilusiones.

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Y aunque Manizales no ha olvidado los agravios y atentados que se hicieron en su contra, estamos superando la catástrofe. Y muy bien por el alcalde, que se centró en gobernar mirando hacia el futuro, pues del pasado se deben encargar los órganos de control y de justicia. ¡Por eso las denuncias tampoco deben cesar!