Interesante el tema de un relevo en el manejo de los asuntos del Estado, por más de 200 años de vida republicana en manos de los hombres, cuando cada vez más mujeres se interesan en asumir las responsabilidades del poder, algunas con méritos suficientes, gracias a una adecuada preparación académica y a experiencias acumuladas en cargos de responsabilidad y otras por vanidad o despiste, que sólo enredan los procesos políticos, además de encarecerlos con consultas previas y otros embelecos con los que quieren mojar prensa.
Hasta mediados del siglo XX el papel de las mujeres se limitaba a ser consejeras y apoyo logístico de los hombres públicos, para que se cumpliera el lema de que “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”, hasta que irrumpió la hija del dictador Rojas Pinilla, María Eugenia Rojas de Moreno, como líder del partido Alianza Nacional Popular (Anapo) creado por su padre y candidata a la presidencia en las elecciones de 1974, con una pobre participación en los resultados.
Después, en el 2010, entró en la contienda presidencial, en representación del Partido Conservador, Noemi Sanín Posada (1949), quien había sido ministra de Relaciones y embajadora en el Reino Unido, con los valores de su carisma personal, experiencia en altos cargos oficiales y sólida formación intelectual. Los modestos resultados la indujeron al discreto retiro de la política, rodeada de prestigio, admiración y reconocimientos.
El papel de las mujeres en las actividades gubernamentales ha sido el desempeño en ministerios, alcaldías y gobernaciones, actividades legislativas, la justicia y organismos del control. Algunas, en algún momento, sonaron como candidatas presidenciales, con méritos suficientes y probidad comprobada, hasta que ahora, cuando parecen haberse derramado de la caja de Pandora todos los males de la Nación, para las elecciones presidenciales del 2026 han surgido candidatas de variados matices políticos y personales, algunas de ellas que incitan a exclamar: Y esta…, ¿de dónde salió?
Funcionarias que desempeñaron ministerios con más pena que gloria, como la que inició la depredación del sistema de salud; periodistas que le hacen pantalla a las secretas aspiraciones de sus millonarios patrocinadores; congresistas que cumplen la “disciplina para perros” que impuso Laureano Gómez a sus cercanos seguidores y practica el expresidente Uribe con obsesivo apetito de poder…; en fin, féminas que han convertido los beneficios de la democracia en una pasarela por donde discurren muchos deseos de figuración, de espaldas a las altas responsabilidades de un cargo sobre el que descansa el bienestar de millones de colombianos, que requieren de gobernantes competentes y probos, que no tengan el lucimiento personal como prioridad, por encima de entrar a las páginas de la historia patria por la puerta grande de haber mejorado las condiciones de vida de la comunidad.
Bienvenido el poder femenino con mujeres de altas calificaciones personales, valores éticos e intelectuales y carácter e independencia, que no dependan de nadie distinto al ciudadano elector.