El recorrido por editoriales y columnas de opinión de diferentes medios, y el contenido de los noticieros radiales y de televisión muestran un reiterativo contenido temático alrededor de las actuaciones de gobiernos de diversas tendencias ideológicas, que afectan aspectos vitales de las comunidades, especialmente la seguridad, la de mayor impacto, y la desigualdad social, que crece en proporción semejante al aumento de los resultados financieros de los mayores conglomerados económicos, que buscan posiciones de privilegio en el top de los más ricos, de espaldas a las carencias de conglomerados humanos sumidos en la miseria.
En 1967, hace 58 años, cuando promulgó el papa Pablo VI la encíclica Populorum Progressio, que abogaba por la solidaridad entre los pueblos, fue tildado de comunista. En ella instaba el pontífice a los países ricos a invertir en los más pobres, para ayudarles a superar las más elementales carencias. Algunas naciones, especialmente las poderosas petroleras, recorren el mundo invirtiendo en empresas de diferentes características, sin más objetivo que ganar más dinero usando los llamados “capitales golondrina”, que especulan y se van; construyen escenarios deportivos, hoteles, conjuntos residenciales y otras obras suntuarias, para atraer el turismo y aspirar a ser sedes de eventos internacionales, mientras que países vecinos suyos carecen de lo más elemental para una supervivencia digna.
Esas desigualdades, evidentes en diversas regiones del mundo, son las que motivan conflictos armados, a los que sí acuden los gobiernos de países ricos a vender armas y otros suministros para la guerra, con la garantía de pago de los recursos naturales.
Un puñado de gobernantes de naciones poderosas, con delirios imperiales, intervienen en asuntos ajenos para insuflar sus egos como gestores de paz y mediadores humanitarios. Otros, le echan pulidora y brillantina a su narcisismo posando de caudillos providenciales, y hacen propuestas delirantes para aplicar internacionalmente, mientras en sus países, graves problemas esperan soluciones.
Los anteriores y otros temas negativos, como catástrofes naturales, tomas guerrilleras y desórdenes climáticos, se vuelven reiterativos, privilegiando en las noticias a los más preocupantes, lo que termina haciendo mella en la tranquilidad de oyentes, lectores y televidentes. Por fortuna, así no causen mucha sensación, el arte, la ciencia, la tecnología aplicada al bienestar colectivo, el deporte, el emprendimiento y la filantropía persisten en su acción bienhechora, para crear un sano equilibrio en la sociedad.
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Esta columna volverá a aparecer publicada en los primeros meses del 2026 por vacaciones de fin de año.