El sistema económico que concentra bienes y servicios en el Estado para distribuir sus beneficios en toda la población, fracasó. Ese modelo de economía estatizada es el que algunos gobernantes en Latinoamérica tratan de imponer, con lo que sólo conseguirán desmotivar el emprendimiento y la inversión privados, incrementar el costo operacional de las naciones, crear más burocracia estéril, improductiva; fomentar la corrupción en la alta dirigencia oficial y mantener la pobreza a base de limosnas, para alimentar las urnas, en un sistema de “democracia” que traiciona los principios de quienes la inspiraron. El socialismo, que pretende reencaucharse, necesita recursos para financiarse y pone el ojo en entidades gremiales que administran recursos de origen fiscal, para revocar los contratos de administración vigentes, que han funcionado bien durante años, para estatizarlos y fortalecer el poder de políticos arribistas. Es el caso en Colombia del Fondo Nacional del Café, al que le está mostrando los dientes el gobierno del cambio, condicionando su administración a los caprichos del poder ejecutivo. Los argumentos que este exhibe son falacias demagógicas para disfrazar sus verdaderas intenciones.
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, creada hace 100 años por gobiernos visionarios, con verdadera vocación social, es un buen ejemplo de sistema económico gremial, en beneficio de una comunidad de más de 500 mil familias productoras, casi todas propietarias de pequeños fundos, lo que ha sido posible gracias al buen manejo de sus recursos. Éstos provienen de la administración del Fondo Nacional del Café, que se nutre con el impuesto de retención por cada libra del grano exportada; de la comercialización exterior del mismo; de la venta de insumos, equipos y tecnología y de la prestación de servicios que provienen de su experiencia, como Escuela Nueva, que privilegia el emprendimiento rural. Después de aplicarla en el país, la FNC exporta ese modelo educativo a naciones vecinas, como Ecuador, Perú, Panamá…
Los errores cometidos por los administradores de la FNC, al incurrir en inversiones que a la postre resultaron fallidas, como bancos, aseguradoras, corporaciones financieras, aerolíneas, navieras y otras, por fortuna cesaron. “Zapatero a tus zapatos”. En cambio, muy pertinentes han sido la fábrica de café Buendía (Liofilizados) y las tiendas Juan Valdez. Algunos piensan que, por afanes tecnológicos, fue ecológicamente nocivo eliminar el sombrío de los cafetales, sustituir abonos orgánicos por químicos y usar herbicidas en reemplazo de la deshierba manual, y seguramente tienen razón. Pero el balance general es favorable a la gestión de la FNC y de los comités regionales y municipales, lo que puede constatarse con los beneficios recibidos por las familias campesinas en vivienda rural, salud, educación, vías, electrificación, telefonía y agua potable. En cuanto a la remuneración de altos funcionarios, lo bueno se paga, porque la mediocridad resulta costosísima.