Pensar es una función esencial del ser humano. Su mente esta diseñada para ello.  Desde el alba hasta el crepúsculo, y aún cuando descansamos en la profundidad de la noche, el cerebro realiza funciones vitales necesarias para una adecuada calidad de vida. Pero su desarrollo se da por el estímulo. Aprender, como un proceso complejo, involucra las etapas de recepción, almacenamiento, consolidación, recuperación y análisis de información. Cada una de estas etapas comporta fases especiales que logran que la adquisición de conocimientos sea una realidad.
Empero, los desarrollos científicos implican, de suyo, un reto para reformular los mecanismos de enseñanza en los cuales se involucren las nuevas tecnologías como la masificación de internet, la inteligencia artificial o la programación. Lamentablemente nuestros modelos formativos están diseñados para el siglo XX a pesar de que nuestra sociedad se enfrenta de manera acelerada a los avances del siglo XXI. Hoy los estudiantes – de todos los órdenes académicos – se reúsan a visitar bibliotecas para leer libros que perecen en anaqueles olvidados. Su primera fuente de consulta se ubica en páginas de internet que les reduce el esfuerzo investigativo a niveles mínimos, mientras que su tiempo se consume en las banalidades de las redes sociales.
Recuperar el interés de nuestros jóvenes en la formación académica no es fácil. Actualmente los adolescentes ven los colegios y universidades como pesados lastres para procurarse una forma de vida, enfocando su interés en la adquisición de experiencias, viajar y probar todo cuanto la vida parece ofrecerles. ¡Vivir sin límites ni responsabilidades! parece la consigna. Ejercitar la memoria, asimilar complejos métodos científicos, adquirir facultades extraordinarias o, incluso, algo tan simple como leer, ya no es necesario en mundo digital.
Pero no podemos regresar a las cavernas. ¿Cuál sendero seguir para conservar el pensamiento crítico y la capacidad de aprender como habilidades esenciales para el éxito en la vida?
En primer lugar, los postulados. La adquisición de conocimiento es un ejercicio continuo que comienza desde el nacimiento y continúa a lo largo de toda la vida. Es esencial para aprehender nuevos conocimientos y destrezas de cara a los cambios constantes en el mundo. Es una competencia vital para la superación en cualquier campo, ya que permite a las personas adquirir las técnicas necesarias para desempeñar sus trabajos con eficacia, desarrollarse profesionalmente y alcanzar sus metas.
En segunda instancia, la incorporación de nuevas tecnologías en las estrategias didácticas. Hacerlo no significa conectar un viejo computador a internet y enseñar a nuestros niños a escribir tres palabras en un procesador de texto. En el mundo actual, en el que el conocimiento enciclopédico y los saberes se están volviendo obsoletos con rapidez, es esencial que los maestros e instituciones se adapten para instruir a las mentes jóvenes en la forma como pueden emplear estas herramientas para potencializar sus capacidades, no para hacerlas mas chicas mediante un burdo “copiar y pegar”.
La computación puede ser utilizada de forma efectiva en el aula para mejorar el aprendizaje y hacerlo más interesante para los colegiales. Por ejemplo, se pueden utilizar plataformas en línea para proporcionar acceso a una amplia variedad de recursos como videos, tutoriales interactivos, juegos, etc. Esto puede ayudar a los alumnos a ilustrarse de manera más eficaz y a desarrollar habilidades críticas y un pensamiento independiente.
Finalmente, la inteligencia artificial conlleva un verdadero reto. Siempre será mas fácil preguntar a una máquina antes que dedicar el esfuerzo necesario para pensar en una solución. La masificación de este avance será un reto para los jóvenes del futuro que la emplearán como un asistente que podrá realizar operaciones tan simples como la respuesta a una ecuación matemática hasta complejos análisis de literatura o la ciencia.
Es importante adaptar los modelos pedagógicos a las nuevas realidades y aprovechar los beneficios de la tecnología para motivar a los estudiantes a investigar y desarrollarse significativamente. Es responsabilidad de los docentes y las instituciones estar al día con las tendencias educativas y adoptar las herramientas tecnológicas adecuadas para mejorar el aprendizaje, pero siempre sin dejar de lado que el esfuerzo individual debe primar sobre la ayuda computacional.