Recientemente me referí al previsible rumbo del dólar en Colombia tras la rebaja de la tasa de interés estadounidense. Esperábamos que dicho recorte, y las perspectivas de nuevas rebajas, motivaría a inversionistas internacionales a llevar sus dólares a países en los cuales pudieran obtener mayores rendimientos, entre ellos a Colombia, lo que provocaría “avalancha de dólares”. Afortunadamente mencioné que la fiesta podría aguarse si el precio del petróleo bajaba, como en efecto sucedió, o si persistía la incertidumbre fiscal en Colombia, que sigue palpable.
Para sorpresa de muchos, y me incluyo, hemos sido testigos de una nueva disparada del dólar, acercándose esta vez a $4.500. Y por tratarse de un tema que favorece a unos cuantos, pero perjudica a tantos otros, conviene revisar sus causas, a riesgo de caer nuevamente en la trampa de hacer pronósticos que difícilmente se cumplirán.
En esta ocasión son tres los factores detrás de la reciente trepada del dólar en Colombia: la política monetaria en Estados Unidos (léase tasa de interés), las elecciones presidenciales allá y el panorama fiscal colombiano. Vamos por partes.
En relación con la política monetaria estadounidense, la gran mayoría de analistas económicos y operadores del mercado financiero estiman que, dada la fortaleza y resiliencia de la economía gringa, ahora serán menores los recortes en la tasa de interés este año. Y tasas más altas allá, hacen más atractivo el dólar americano respecto del resto de divisas, la colombiana incluida. El resultado, dólar al alza.
En segundo lugar, resultaría impensable desligar el precio del dólar de las elecciones presidenciales estadounidenses. Pareciera que los mercados dan por cierta la elección de Trump. Sus anuncios en materia de mayores aranceles, deportaciones masivas a inmigrantes ilegales, aunados al auge de la economía, entre otros, generan presiones inflacionarias que deberán ser contrarrestadas con tasas de interés mayores. El resultado, dólar al alza.
En tercer lugar, tenemos el aciago panorama fiscal colombiano, caracterizado por el deterioro del recaudo tributario, por un descuadre presupuestal cercano a $50 billones para 2024 y por un presupuesto 2025 desfinanciado en un monto similar; y súmele a ello un dólar al alza que encarece el costo de la deuda pública externa. Todo ello se traduce en señales que apuntan al incumplimiento de la regla fiscal. Pero lo que agranda aún más la preocupación de analistas económicos y operadores del mercado financiero internacional, es el proyecto de reforma a las transferencias del Sistema General de Participaciones que cursa trámite en el Congreso. El resultado, dólar al alza.
Confiemos en que, esta vez, los pronósticos del dólar serán como los del IDEAM, guardadas sus proporciones, que cuando anuncia lluvias, sale el radiante sol. En fin, la práctica demuestra que pronosticar el precio del dólar trae siempre consigo sorpresas similares. Por lo pronto, lo que sí está en manos del Gobierno, para quitarle presión al dólar, es corregir el manejo de las finanzas públicas y de la política macroeconómica. O lo hace a tiempo, o estaremos próximos a repasar la tabla del 5. Espero equivocarme.