Si conociéramos exactamente cuál es la realidad productiva en Colombia, quizás sabríamos que clase de sociedad es la nuestra. Es evidente que el poder económico y financiero es un escenario para el fortalecimiento de una democracia, toda vez que acoge el estado de las fuerzas productivas y la capacidad de generar riqueza y redistribuirla. Entonces ¿qué esperar de un acontecimiento en el cual 19 mil afiliados a un gremio que operan en el país podrían determinar el destino del mismo? Con esta inquietud llegué a Manizales, después de haber asistido al Congreso nacional de comerciantes empresarios (¿no serán sinónimos?) organizado por Fenalco en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, en la bella Cali, los días 28 y 29 de septiembre,

Fenalco, que ya tiene 78 “primaveras” de haber sido creada (1945), realizó el Congreso con una poderosa agenda para hacer una evaluación de los ya 13 meses que lleva el actual Gobierno. ¿Hacia dónde va Colombia? fue la pregunta que hizo girar las expectativas de los más de dos mil asistentes. La manida pregunta no es para nada banal. El tema central fue la economía, pero también la política. Economía y política; democracia y economía. Y así se lo escuchamos a la diputada del Congreso de diputados en España, Cayetana Álvarez de Toledo: “Los empresarios tienen que aprender a ser militantes de la democracia; deben invertir en democracia; deben implicarse en la política.” No hay desarrollo en un país en donde los empresarios vayan por un camino distinto al de los gobernantes. Pero así está. Por eso nos cuesta tanto saber qué clase de país y de Nación somos. Quizás lo único que sabemos es que somos distintos.

Por el momento, hay que decir que, frente a la incertidumbre del rumbo de la economía, toca ser precavido, cauteloso, máxime porque hay dos hechos sustantivos: inflación y tasas de interés/tasas de cambio.

Hay notorias evidencias de que existe una muy lenta recuperación de la economía, sin dejar de mencionar que el contexto internacional no es nada halagüeño en lo que corresponde con la inflación y con la actividad productiva. Y creo que así haya tendencia a la baja de las altas tasas de interés, no dejan de ser preocupantes las presiones inflacionarias de la gasolina y los servicios públicos; esto, sin dejar de mencionar las consecuencias del fenómeno del Niño en lo que atañe al precio de los alimentos y al sector energético.

La inflación es uno de los peores indicadores que tenemos los colombianos hoy más que nunca. Los ciudadanos de ‘a pie’ sienten que con el mismo dinero cada vez compran menos. En este orden de ideas, es fundamental comprender la preocupación de los empresarios y de los industriales. Incertidumbre y desconfianza es lo que sienten.

Por eso creo, que el Presidente debe asumir una postura más seria si quiere entender estas lógicas que acogotan las esperanzas y los sueños de quienes contribuyen con la generación de empleo de este país. Es necesario que el Presidente mismo, sin intermediarios, se siente a conversar, es decir, que sus intereses de cambiar lo que siente que está mal, giren alrededor de los intereses de quienes manejan buena parte del aparato productivo, en este caso, Fenalco. 19 mil afiliados, que forman parte del pueblo, son un motor relevante en la producción, la distribución, el cambio y el consumo de la economía de este país. Y esta conversación directa con el Presidente de las reformas, sobre todo, la laboral, debe hacerse con datos, cifras y evidencias técnicas en pro de construir un desarrollo productivo de esperanza de vida digna.