Algunas veces pasó al contario: el rival tuvo la pelota, creó las oportunidades, el portero James Aguirre se encumbró como figura y los tres puntos fueron para Once Caldas. Ha sido la constante en esta temporada, también marcada por la irregularidad en los rendimientos individuales y la ausencia de una propuesta colectiva más agresiva.

Santa Fe vino, aplicó esa medicina y con mérito únicamente en el gol porque concretó la que tuvo, se llevó la victoria frente a un Once Caldas que lució sus principales galas, estuvo por encima, manejó los ritmos y los tiempos del partido, pero careció de definición. Además, el arquero Mosquera Marmolejo estuvo inspirado.

Fue la mejor presentación del año por posesión, opciones, ritmo y actitud, principios básicos para el análisis del juego. 65% tenencia de pelota, 16 remates, de los cuales 8 directos, revela la estadística, para una derrota dolorosa, porque es la tercera consecutiva por torneo, segunda en Palogrande, que lo mantiene por fuera del grupo de los ocho clasificados.

"Esto es fútbol", acostumbraba decir Diego Corredor, afirmación irrefutable. El lío es que la falta de buenos resultados aprieta y a una fecha de la mitad de la liga y con rendimiento del 44% (12 puntos de 27) Once Caldas tiene un margen estrecho de error, con un compromiso internacional de por medio.

Alienta, por supuesto, el nivel mostrado, con los trazos de calidad que se estaban reclamando, aunque sin recompensa en esta ocasión. Se volvió a ver un equipo con ideas, incisivo, que sometió a un Santa Fe cicatero, limitado a defenderse y al que le llegó de manera reiterada.

Mejorar la exposición en cancha estaba pendiente y se dio, no así la victoria, que hubiera sido la cereza del postre.

Derrota que causa bronca, por la actuación sin mayores reproches, conscientes de las obligaciones que se tienen y la necesidad urgente de elevar contenido, para una digna representación en la competencia internacional que se avecina. Mucho por hacer, desde retomar la confianza hasta recuperar la solidez grupal.

Hay que dejar atrás esos comentarios de que los refuerzos todavía están en proceso de adaptación, lo cual suena a excusa, porque la preparación empezó con todos en enero. El plantel completo es el responsable directo. Con su entrega y profesionalismo es el llamado a cumplir. La unidad de grupo se mantiene, pero se requiere algo más.

Se viene el clásico en Pereira, donde se ganó la última vez. Una nueva victoria restablecerá la ilusión, alimentará el romance con la hinchada y sería un golpe anímico de proporciones para la Suramericana, pero ante todo, que se intente con solvencia desde el trabajo para que sea la confirmación de que lo hecho ante Santa fe es el inicio de la recuperación.

Los plazos se acortan, no hay nómina para Suramericana y Liga, algunos puestos están mal cubiertos, la defensa se ha visto comprometida en los últimos goles y eso que Cardona anda en gran momento, complementado por Malagón; el 10 no aparece y es fundamental afinar la puntería. Al boliviano Álvarez hay que darle más de cinco minutos.

Es cuestión de administrar los recursos que se tienen, sin proteccionismo ni engaños, acertando en las variantes y con intensidad en el juego. Aquí hay un once titular y escasas alternativas que impiden esa opción romántica del Arriero Herrera de enviar al campo los suplentes para regalar puntos que hoy están haciendo falta.

Hasta la próxima...

 

Mario César Otálvaro