La sentencia de la Corte Constitucional que dejó en firme la Ley 2385 de 2024, a través de la cual se establece la prohibición de las corridas de toros y otras actividades que implican sufrimiento animal, es un hecho de alta significancia e impacto. Debo confesar que no me gustan los toros, pero mucho menos me gusta la prohibición, y hubiera preferido que la decisión de eliminar estas actividades hubiera sido producto del consenso social, luego de un debate en el que, la protección de todas las formas de vida se hubiera privilegiado sobre las tradiciones culturales. Ante la dificultad para conseguir acuerdos colectivos, resolver los diferendos a través de los tribunales es el mejor camino en democracia.
El debate allí termina y como sociedad debemos mirar hacia adelante celebrando que tenemos una Corte Constitucional sintonizada con las tendencias humanistas y animalistas mundiales propias del siglo XXI. Los ataques contra magistrados, congresistas y mandatarios que asumieron una u otra postura deben evitarse, pues lo hicieron en ejercicio de su libertad de pensamiento y porque nos distraen sobre lo verdaderamente importante.
Manizales tiene un enorme desafío, pues se trata de sustituir una de las actividades más importantes de la Feria desde el punto de vista económico y cultural. Las opciones son muchas y muy variadas, de ahí el riesgo de que nos perdamos en la ruta que nos permita concretar una apuesta de gran impacto y de largo plazo. Ante tantas opciones, es muy fácil equivocarse y que salgan mal las cosas. Existe un riesgo considerable de que la decisión sobre la mejor apuesta de ciudad se convierta en una competencia de vanidades o de poder.
El premio “Ciudades para la vida”, otorgado recientemente a Manizales por ONU-HABITAT no puede ser más oportuno y pertinente para inspirar y animar esta conversación. Y para disminuir el riesgo de equivocarnos, la conversación debería contar con amplia participación de la academia, gestores culturales, organizaciones sociales y empresarios.
El acertado proceso desatado por la Administración Municipal para lograr el reconocimiento de la UNESCO como “Ciudad creativa gastronómica” puede ser acompañado de la organización, durante la Feria de Manizales, de un festival gastronómico potente e importante que al cabo de unos 5 o 10 años, se posicione y se sume a la oferta que a nivel mundial se presenta en esta categoría. El tango hace parte de la identidad cultural de Manizales y un programa robusto y ambicioso alrededor de este género puede resultar atractivo para muchas personas. Otros géneros musicales y otras expresiones artísticas pueden ser opción para atraer la visita de los turistas durante la semana de Feria. El Paisaje Cultural Cafetero y la extraordinaria riqueza en aves y paisajes también pueden inspirar un buen programa de Feria.
Es importante tomar conciencia de que esta decisión no es fácil, no es un asunto menor y debe pensarse en el largo plazo. La decisión de cuál camino tomar debe recoger un consenso amplio que convoque la apertura, la creatividad y la generosidad de los manizaleños. Y ser conscientes de que los resultados e impacto los veremos al cabo de algunos años, pues consolidar una oferta relevante es un proceso de maduración lenta que supera los periodos de los mandatarios locales.