Los bajos niveles de ejecución nos están salvando de una crisis financiera. Mientras el recaudo del primer trimestre en términos reales disminuyó 1,2%, la expectativa de gasto para 2024 es de $502 billones aumentando $79 billones. El Banco de Bogotá señala que, gracias al nivel de ejecución del 27,6%, el monto más bajo desde que existen mediciones, la expansión de desembolsos del primer trimestre aumentó 22%. Si la ejecución fuera la promedio, el crecimiento de los desembolsos sería de 40%. Sin capacidad de ejecutar los recursos, el Gobierno NO DEBE AUMENTAR IMPUESTOS NI TOMAR MÁS DEUDA sino hacer un recorte presupuestal de aproximadamente $10-14 billones. 

En materia de forma, el mal trámite de la reforma tributaria está obligando a la Corte Constitucional a declarar inexequible varios impuestos. En el fondo, la reforma tributaria, más la incertidumbre regulatoria desestimuló la economía. En el primer trimestre, la DIAN estuvo corta en su meta de recaudo en $4.7 billones. Aunque no se consideran ingresos ordinarios, la DIAN generó la esperanza de $14 billones en conciliaciones judiciales que no se materializaron, en esencia, porque fracasaron en el tramite del Congreso. También estamos esperando la supuesta lucha frontal contra las mafias del contrabando. 

Grave escuchar las versiones que señalan que el director de la DIAN y el Minhacienda no se hablan hace meses y se dedican a rumorología palaciega. A pesar de la poderosa evidencia, la narrativa de la DIAN es que el colapso en recaudo se debe al ciclo económico y que pronto se va a recuperar. Hay tiempo para redes sociales, lo demás se dará por sí solo. Incomodan también los rumores de auditorías exhaustivas a sectores en contravía ideológica del Gobierno. En salud, minería, petróleo y servicios públicos hay muchas anécdotas. 

Mientras tanto la estrategia de fondeo por crédito público está llegando al borde del abismo. Según el mismo informe del Banco de Bogotá, los depósitos del tesoro nacional en el Banco de República, históricamente cerca de $25 billones, colapsaron en el primer trimestre a tan solo $3 billones. Agotando depósitos y con emisiones estimadas durante el primer trimestre en $17.8 billones, ya por concepto de la regla fiscal no hay más espacio de deuda. La mala práctica de disfrazar deuda forzando el pago de deudas con TES ahora se computa, ya no se puede utilizar. 

El ajuste debe ser real, por lo menos entre el 0,6% y el 1,0% del PIB. Violar la regla fiscal no solo traería consecuencias disciplinarias para los funcionarios, sino que tendría consecuencias fiscalmente calamitosas. Si no se entiende esto, insistir en no recortar el gasto con la excusa de impulsar la economía, nos llevaría a una espiral de baja actividad económica, bajo recaudo, mayor deuda y planes de choque inocuos. Crear gasto sin tener fuente de pago es un peligro para el país. La estabilidad macro-económica es un derecho fundamental de todos los colombianos.

Ser responsable fiscalmente es lo correcto, hace parte de una tradición de más de 200 años de pagar los compromisos de la Nación. Una cacería de brujas entre el equipo económico para llevar a la hoguera al funcionario “neoliberal” que hace aritmética para evidenciar que las cuentas no cuadran, no conduce a ningún cambio.