Manizales se creó superando dificultades mil. Una, la de subir y bajar a lomo de mula por empinadas cuestas hasta ser fundada en una de ellas. Lo paradójico es que ningún bulto cargado antaño por los équidos resultó tan pesado como los costos de los peajes que hoy la cercan. Lo que nació como una forma de financiación terminó convertido en un cerrojo que afecta la economía familiar, limita la movilidad y frena el ya enclenque desarrollo.
Los peajes de Pavas, San Bernardo del Viento y Santágueda cumplieron su propósito de financiar la obra pactada y ahora, como lo recuerda la Sociedad Caldense de Ingenieros, se han convertido “en un obstáculo para el desarrollo de nuestro departamento”.
Para explicar en la práctica lo que la teoría no dimensiona, un buen ejemplo es la Institución Educativa La Trinidad, sede Pavas, en Manizales. Los docentes, estudiantes y visitantes deben pagar a diario un peaje ida y vuelta para llegar y salir. Se trata en este caso de educación pública sometida a un cobro que no tiene justificación técnica, ni social. La escuela, que debería ser un lugar de acceso libre, hoy es víctima de una barrera económica impuesta por decisiones ajenas a la vida cotidiana de la comunidad.
Los documentos ofrecen argumentos claros para desvirtuar la idea de que “no hay carreteras sin peajes”. Primero, gran parte de las vías de la concesión Autopistas del Café no cumple con las especificaciones mínimas de calzada y berma exigidas por la Ley 105 de 1993, a excepción de un tramo en Armenia. Es decir, se pagan altas tarifas por unas vías que en Caldas no alcanzan los estándares normativos.
Segundo, la tarifa por kilómetro pagada por los caldenses es hasta tres o seis veces mayor que en tramos como Calarcá–La Paila. Nuestro departamento, además, concentra la mayor parte del cobro y la menor de las obras.
Tercero, el potencial de crecimiento de la capital de Caldas demuestra que eliminar los peajes permitiría fortalecer el corredor logístico del Kilómetro 41, mejorar la competitividad del futuro Aeropuerto del Café y consolidar a Santágueda como zona turística, reduciendo costos y dinamizando la economía regional. Beneficios que no solo disfrutarían los caldenses, sino todos los visitantes al departamento.
El Colectivo Cívico por la Defensa de las Vías del Café no es una necedad, es una causa ciudadana con un pliego serio que exige echar atrás la Concesión Autopistas del Café, rechaza cualquier propuesta de concesión como la que está presentando el grupo Odinsa con IP Conexión Centro, pide eliminar los peajes Las Pavas, San Bernardo del Viento y Santágueda, y regular distancias entre peajes.
El Gobierno nacional prometió revisar los peajes y no cumplió, y, en contraste, sectores de sus toldas han intentado apropiarse recientemente de esta lucha. Pero esta causa no le pertenece a ninguna colectividad. Es de ciudadanos de a pie que sienten diariamente el impacto del modelo concesionado.
La protesta que se adelanta es amplia, pacífica, civilista y profundamente democrática, un ejemplo de cómo la ciudadanía puede confrontar con argumentos un mal esquema de financiación de obras. Es una apuesta por el derecho colectivo a la movilidad y al desarrollo.
Caldas no pide privilegios, sino equidad y trato digno. Reclama que se abran broches, se cierren brechas y se despeje el futuro.