Los incendios gigantescos que viene padeciendo Australia desde hace varios días, sin que puedan ser controlados de manera total, obligan a pensar en esa realidad que es el fenómeno del Cambio Climático, el cual no ha sido tomado en serio por los países que más generan gases efecto invernadero y que tienen recursos para controlar tales emisiones y mitigar en buena medida sus efectos.
Las altas temperaturas en Australia que mantienen vivas las llamas no obedecen a hechos aislados y eventuales, sino que corresponden a una cadena de situaciones que evidencian que hay cambios profundos en la meteorología del planeta. Los inviernos más cortos en Rusia, Noruega, Finlandia, Suecia y todo el norte de Europa, por ejemplo, es otro fuerte argumento, lo mismo que la baja en las temperaturas, en pleno verano, en las playas brasileñas y argentinas.
El fuego que padeció el año pasado la Amazonía en Brasil y Bolivia y hasta las bajas temperaturas extremas en las regiones de la Tierra que hoy están en invierno aportan elementos que sustentan la necesidad de tomar medidas urgentes, como las acordadas en el llamado Pacto de París, y que son aplicadas por una minoría de países. El solo costo de las consecuencias que año tras año se manifiestan por el Cambio Climático debería hacer reaccionar a los más poderosos. Ese costo habría ascendido a 150 mil millones de dólares en 2019, de acuerdo con la reaseguradora Munich Re, una de las más importantes del mundo.
Los numerosos huracanes, tifones, incendios forestales e inundaciones que ocurren en diversos lugares del mundo causan grandes pérdidas a negocios y economías, y afectan la salud, la calidad de vida y el bienestar de millones de personas. Cada año se producen desplazamientos masivos por la ocurrencia de catástrofes, hay ecosistemas que colapsan y cuantiosas pérdidas económicas, son tendencias que se han visto incrementadas durante la última década y que expertos creen que van a acelerarse en los próximos años. Los fenómenos meteorológicos extremos se hacen más frecuentes; de hecho el año pasado fue el más cálido en varias décadas, superado solo por el 2016. De hecho, hoy la temperatura media global es 0,6 grados superior a la del período 1981-2010.
Quienes niegan el Cambio Climático actúan en contra de las evidencias científicas e ignoran una realidad que tiende a ser más grave cada vez. Lo de Australia es una muestra de esa verdad que algunos quieren ocultar, pero que tendrán que admitir rápidamente si quieren evitar catástrofes de proporciones mayores. Hasta el momento se contabilizan 24 personas y millones de animales muertos a causa de las llamas, que acabaron por lo menos 6,3 millones de hectáreas de bosque. Esa sola catástrofe es prueba fehaciente de que el Cambio Climático fue un factor real; la ausencia de lluvias fue determinante, como lo asegura la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Los fenómenos climáticos que se están viviendo, de acuerdo con expertos, corresponden a buena parte de las predicciones que se hicieron en décadas pasadas acerca de lo que pasaría si no se hacían a tiempo las correcciones necesarias para evitar las temperaturas extremas en el futuro. Si las cosas no cambian, próximamente podríamos estar lamentando la tardanza en la reacción.
Si a esto le sumamos que para este año se anuncia un Niño, tendremos probablemente un 2020 bastante cálido, con nuevas consecuencias preocupantes para el clima. No pueden aplazarse más las medidas que podrían ayudar a evitar que el planeta se siga calentando, con el consiguiente derretimiento de los glaciares, la elevación del nivel de los océanos y toda una serie de transformaciones que podrían amenazar, inclusive, la producción de alimentos y la seguridad alimentaria de los cerca de 7 mil 757 millones de habitantes de la Tierra.