Luego de una intensa búsqueda durante cuatro días, ayer poco antes del mediodía fue hallado el cuerpo sin vida de María Ángel Molina Tangarife, la niña de 4 años que fue secuestrada el sábado pasado por un hombre de 21 años, llamado Juan Carlos Galvis Duque, oriundo de Manizales, quien luego de ser ubicado en zona rural de Abejorral (Antioquia) confesó el rapto y ahora tendrá que responder por secuestro y homicidio agravado, de acuerdo con los cargos que deberá presentar la Fiscalía. Habrá que esperar los resultados de la autopsia para ver si es pertinente acusar al sujeto de delitos adicionales.
La madre de la menor, quien resultó golpeada y herida con arma blanca en los confusos hechos ocurridos en el corregimiento de Arma (Aguadas), se recupera de una cirugía en el Hospital Santa Sofía de Manizales. La otra niña, de 18 meses, quien fue hallada en Abejorral junto a su secuestrador, está afortunadamente a salvo. El padre de María Ángel, quien es bombero en Aguadas, también vivió el drama de participar en las labores de búsqueda que terminaron con el hallazgo del cadáver de la menor.
En Caldas hay consternación por este hecho aberrante que refleja el cáncer que infortunadamente sufre nuestra sociedad, donde los niños y especialmente las niñas están en permanente peligro. La ocurrencia de casos similares en el pasado en la región nos muestra cómo los derechos fundamentales de los seres más vulnerables de nuestra sociedad siguen siendo pisoteados por algunos que no entienden acerca de la dignidad humana y que no tienen escrúpulos para abusar de seres indefensos.
Es realmente crudo y desgarrador el relato del criminal, quien sin mayor asomo de arrepentimiento les dijo a las autoridades que lanzó la niña al río Arma, y que después la sacó, y que al verla sin signos vitales decidió abandonarla cerca del afluente sobre una piedra. Como están las cosas, esta persona que no solo habría asesinado a la niña, sino que causó un daño enorme a su familia y a la sociedad, en general, también dañó totalmente su vida, ya que los delitos cometidos lo llevarían a estar en prisión por cerca de 60 años.
Nuevamente, el uso de las redes sociales para engañar termina en hechos criminales horrorosos como este, ya que el acusado había contactado a la madre de los niños por Facebook y se había ganado su confianza, al punto de convencerla de asistir con sus hijos a un lugar de la vereda Naranjales de Arma, para supuestamente recibir allí unos regalos.
Esta situación debe servir para aprender a ser más precavidos frente a ofrecimientos como los hechos por el supuesto asesino de María Ángel. De la misma manera, debe llevarnos como sociedad a reflexionar acerca de la necesaria protección especial que se les debe prestar a los niños ante la existencia de sujetos como Galvis Duque. Es triste decirlo, pero como este sujeto hay muchos en las calles, producto de una sociedad que requiere tomar consciencia de un problema que no se arregla solo con penas más altas, cadenas perpetuas o penas de muerte, como han sugerido algunos.
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