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Se conoció la semana pasada que la Empresa Colombiana de Petróleos ofertó para quedarse con el 51,4 por ciento de las acciones que la Nación tiene en la Empresa de Interconexión Eléctrica S.A. (ISA), lo que movió los argumentos a favor y en contra de lo que puede ser este negocio, en caso de que se concrete. También se supo que por esas acciones también ofertó el Grupo de Energía de Bogotá y aunque no es oficial, podrían hacerlo también las Empresas Públicas de Medellín. ISA es una de las instituciones con más proyección que tiene el Estado colombiano y ha sido garante de buen desempeño; hoy se encuentra en varios países.
Ecopetrol también ha buscado la manera de transformarse en tiempos en que muchas naciones del mundo piensan en reducir el consumo de combustibles fósiles, asunto que es prioridad de acuerdo con los objetivos que se han trazado varios tratados internacionales que buscan la reducción de la emisión de gases efecto invernadero, un causante del calentamiento global. La llegada de Joe Biden a la Presidencia de Estados Unidos está inclusive atada a promesas de este tipo. Varias empresas de vehículos tradicionales piensan en la próxima década tener una mayoría de producción de vehículos eléctricos o híbridos, para empezar a dejar atrás el consumo de gasolina.
Aunque Ecopetrol ha tenido también sus problemas por decisiones mal tomadas, por casos de corrupción y de descuido en el manejo de las finanzas, para la muestra están la Refinería de Cartagena, cuyos sobrecostos aún son motivo de investigaciones, o la inversión en Bioenergy, una planta de producción de alcohol carburante en los Llanos orientales que ha significado millonarias pérdidas y que en este momento está en proceso de liquidación.
No obstante lo anterior, también es cierto que Ecopetrol ha sabido recuperarse a cantidad de retos que se le han puesto a lo largo de sus casi 70 años de historia. Las dificultades para la exploración, la importancia de quedarse con parte de la torta de la explotación, la escasez de firmas interesadas en buscar nuevos yacimientos en épocas de mucha violencia contra las empresas petroleras y sus trabajadores, la caída de los precios del crudo cada tanto, entre otras. Las empresas como esta han tenido importantes reinvenciones en los últimos años, obligadas como están a mejorar sus productos,

De darse el negocio, el Gobierno Central recibiría unos 14 billones de pesos que le ayudarían a paliar los problemas financieros suscitados por la pandemia que ha reducido los ingresos. Esto dejaría en manos principalmente públicas una empresa de total proyección estratégica. A pesar de las dudas de algunos sectores, haber hecho una oferta pública es ganancia. Hay que entender que es un asunto que debe pasar por bolsa y que mientras se haga por encima de la mesa, de cara a los organismos de control, puede resultar muy importante para el futuro no solo de ambas empresas, sino de la inversión energética de Colombia e incluso de Sur y Centroamérica.