La Cámara de Representantes de Australia aprobó la semana pasada una ley pionera que obliga a Facebook y Google a pagar a los medios de comunicación tradicionales de ese país por el contenido que divulguen en sus plataformas. Desde hace cerca de una década viene esta discusión en varios escenarios internacionales, pero este es el primer hecho concreto que ahora es ejemplo para el resto del mundo en la búsqueda de que los generadores de noticias reciban una remuneración justa por su contenido.
Una semana atrás, cuando se veía venir la aprobación definitiva de esta medida, Facebook bloqueó en Australia las noticias de los medios, como forma de presión. Los legisladores y el gobierno accedieron a introducir algunas enmiendas en el proyecto de ley, con lo que se permite que las gigantes tecnológicas pacten precios con los medios locales, y que lo dispuesto allí se revise en un año. No obstante, se tendrá también la figura de árbitro gubernamental que puede fijar el precio si no hay acuerdo en las negociaciones.
Este paso abre el camino para que en el resto del mundo surjan alternativas similares, que ayuden a valorar el periodismo que se hace de manera seria y responsable, para lo cual las casas editoriales invierten grandes cantidades de dinero. Para nadie es un secreto que en las dos últimas décadas, debido al auge de las gigantes tecnológicas, los medios han sufrido una caída enorme en sus ingresos por publicidad, lo que ha puesto en riesgo al periodismo de calidad y debilitado las democracias. Además, durante la pandemia de covid-19 miles de medios de comunicación en el mundo entraron en crisis, que en numerosos casos implicó el fin de esas empresas.
Google y Facebook y otras empresas tecnológicas, gracias a la información que distribuyen por sus canales y que en buena medida pertenece a los medios de comunicación, acaparan los más altos porcentajes de ingresos en la torta mundial de la publicidad, lo que les permite tener enormes ganancias, mientras que los productores de noticias pierden participación en el mercado, afectándolos gravemente.
Por ahora, tratando de minimizar el impacto de lo que ocurre en Australia y lo que viene en el resto del planeta, Facebook se comprometió a invertir 1.000 millones de dólares entre los editores de todo el mundo durante los próximos tres años, mientras que Google anunció una cifra similar para destinar al financiamiento del periodismo de calidad, según dice. Sin embargo, eso no es suficiente, y el actual escenario perverso tiene que cambiar.
Ya en la Unión Europea, Canadá y el Reino Unido se percibe el interés por impulsar leyes semejantes, mientras que Estados Unidos duda entre proteger a las empresas tecnológicas de ese país y avanzar en la dirección correcta. Lo cierto es que se debe compensar de manera justa los contenidos que tienen altos costos en su realización. En Colombia también debe comenzar un debate en este sentido e impulsar un proyecto de ley que garantice que la prensa regional también recibirá lo que merece por las noticias que circulan en las redes de las gigantes tecnológicas.