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Solo en agosto unas 391 mil personas perdieron su empleo en Colombia. La actual administración del presidente Iván Duque debe buscar alternativas que ayuden a revertir esta tendencia que ajusta ya 17 meses en subida. El dato más reciente entregado por el DANE señala que al terminar agosto en el país el desempleo estaba en 10,8%, donde las mujeres (14,4%) y los jóvenes (17,7%) son los que más hacen elevar el indicador. Hoy se tienen 2 millones 600 mil personas desocupadas en el país. No podemos quedarnos con mensajes como el de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, quien afirma que este gobierno no tiene ninguna responsabilidad con el alza del desempleo. 
Hasta el momento, pese a que la tendencia viene profundizándose desde mediados del año pasado, no se han tomado medidas que apunten a revertir el fenómeno, e incluso hace dos meses el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, fue duramente criticado después de afirmar que no tenía idea de cuáles eran las causas del alza en el desempleo, ni qué medidas tomar para enfrentar la situación. Todo esto ocurre cuando Fenalco viene impulsando la idea de que se apruebe el trabajo por horas, la eliminación de las horas extras nocturnas y los recargos dominicales, además de la creación del salario mínimo rural, más bajo que el urbano. Aunque algunos argumentan que eso podría ayudar en la lucha contra el desempleo, también podría tener efectos negativos no esperados.
Evidentemente estamos frente a un fenómeno estructural que requiere soluciones estructurales si se quiere avanzar hacia un desempleo de un dígito y en bajada. Para ello es fundamental analizar a fondo por qué las mujeres y los jóvenes tienen las mayores dificultades para emplearse y frente a ese diagnóstico adoptar medidas de efecto rápido. En el caso de los jóvenes, por ejemplo, hay que empezar a pensar en políticas que no exijan mucha experiencia, ya que eso se convierte en escollo gigante y círculo vicioso. Es un problema que se ve incrementado con las conductas de desadaptación laboral que se observa en este tipo de población, y el desajuste entre los requerimientos del mercado y lo que pueden ofrecer los jóvenes profesionales.
El Gobierno Nacional parece tener ya identificado que el bajo crecimiento económico y la poca confianza de los colombianos en el futuro son causas del aumento del desempleo. Para lograr cambios y mejorar lo primero tendrá que ser que se logre terminar el año con un crecimiento económico superior al 3%, algo que algunos empiezan a poner en duda. El dólar alto también ha llevado a que empresas que importan gran cantidad de materias primas vean que su operación es menos competitiva y terminen recortando puestos de trabajo. Aunque el comportamiento de la Tasa Representativa del Mercado tiene más qur ver con la guerra comercial de los Estados Unidos con China, hay medidas locales que podrían amortiguar el golpe para las empresas y proteger los empleos.

Un dato elocuente es que en el último año se perdieron 562 mil empleos en Colombia, lo que necesariamente impacta en forma negativa en el ingreso de los hogares y, por tanto, en el consumo interno, haciendo que la economía se frene. El optimismo que se tuvo hasta hace año y medio, cuando se veía como real la posibilidad de tener un país en paz se fue transformando en incertidumbre y pesimismo, debido a la tendencia del actual gobierno a no considerar prioritario el cumplimiento del Acuerdo de La Habana. Es necesario recuperar la senda de mantener la tranquilidad en las distintas zonas del país, para que regrese el optimismo y con él un crecimiento económico más vigoroso. Se necesitan políticas públicas de empleo que apunten a remediar el problema, llegando hasta su raíz.