En su nuevo estudio para medir la competitividad por regiones en Colombia, la Universidad del Rosario y el Consejo Privado de Competitividad (CPC) dejaron claro que Caldas mejoró su calificación con respecto a la medición del 2019, al pasar del octavo al séptimo puesto (con un puntaje de 6,22 sobre 10), pero también resulta evidente que hay aspectos que siguen siendo un lastre para el logro de un mejor posicionamiento en ese escalafón.
Es significativo que tras la actualización de los datos del censo poblacional del 2018 y el cambio de metodología para estas mediciones, que según sus actores se hizo con el ánimo de tener cifras más cercanas a la realidad, nuestro departamento avance y se acerque a las posiciones de vanguardia en materia de competitividad en el país. Además, hay que valorar que esto ocurra en un año difícil, marcado por la pandemia de covid-19 y sus negativas consecuencias para el crecimiento económico y bienestar social.
Resulta significativo que las mejores calificaciones se ubiquen en el entorno del mercado y en el uso de las nuevas tecnologías, lo mismo que en los servicios de salud, lo cual es estratégico en un momento como el actual. Esto, sin embargo, no puede conducirnos a engaños y falsos orgullos, ya que es innegable que tenemos enormes desafíos por delante y la misión de seguir trabajando para alcanzar una mayor solidez en competitividad, pero también en un mayor bienestar general y calidad de vida para todos los caldenses.
Hay que reflexionar, sobre todo, alrededor de las enormes debilidades que se observan en lo ambiental. Nos hemos convencido de que tenemos una gran biodiversidad y mucho verde, lo que puede ser una gran falacia a la luz de los problemas que tenemos en nuestras cuencas hidrográficas, en los terrenos inestables, en contaminaciones de distintos tipos. Hay cosas como esta que podemos mejorar de manera sustancial, si nos lo proponemos, y que nos ayudarían a ser todavía más competitivos.
Se necesita un trabajo muy coordinado, con metas y acciones claras entre los sectores público y privado para que se puedan lograr mejores resultados en lo que vamos bien y corregir todos los errores de todos esos aspectos que nos bajan puntos. Hay que acelerar virtudes y disminuir defectos de manera franca. Como sea, estos resultados nos deben conducir a la construcción de políticas públicas muy bien orientadas a tener cada vez una región más próspera y agradable para la vida de sus habitantes.
El hecho de que Manizales también resulte muy bien ubicado en las escaldas de competitividad nacional, entre los primeros tres lugares, solo superado por Bogotá y Medellín, de acuerdo con la medición más reciente, ayuda a que Caldas avance, pero también se debe prestar atención a los posibles desequilibrios entre la capital y los municipios, ya que lo ideal es que el departamento completo avance con fuerza en la competitividad y con ello afianzar el crecimiento y el bienestar. No es tarea fácil en medio de la coyuntura que vivimos, pero es en las crisis cuando mejor pueden ser aprovechadas las oportunidades.