En medio de los reclamos que hacen miles de personas en las calles colombianas por toda clase de asuntos, en un intento por calmar las aguas el presidente Iván Duque anunció la semana pasada que los estudiantes provenientes de los estratos 1, 2 y 3 tendrá matrícula gratis en instituciones públicas de educación superior, y que la medida regirá en el segundo semestre de este año. El beneficio se concretará para el 97% de los estudiantes de esas universidades, de acuerdo con cálculos del Gobierno Nacional. Este asunto ya había sido mencionado por el primer mandatario en la Asamblea General del BID celebrada en marzo en Barranquilla.
De hecho, ese es un beneficio que ya se aplica desde el año pasado en la Universidad Nacional y en la Universidad de Caldas, decisión que se tomó como una forma de evitar la deserción el año pasado, debido a las restricciones que surgieron con la pandemia de covid-19. En otras instituciones, en el marco de la autonomía universitaria, se aplica este tipo de beneficios desde hace un tiempo. El año pasado el programa de matrícula cero llegó a un total de 611 mil jóvenes colombianos, de acuerdo con el Ministerio de Educación.
La novedad es que los recursos para sostener el beneficio provendrían esta vez totalmente del tesoro nacional. El año pasado la Nación sacó dineros del Fondo Solidario por la Educación y de los fondos de Generación E, pero además hubo aportes de las universidades, las alcaldías y las gobernaciones. Para darle continuidad al programa en el 2022 se necesitaría conseguir fuentes de recursos diferentes, que el Gobierno pretende extraer de la nueva reforma tributaria que se tramite en el Congreso de la República.
Esta es una buena idea para lograr una mayor equidad de acceso a los estudios superiores, ya que infortunadamente gran cantidad de buenos estudiantes no van a las universidades por falta de recursos económicos, y esos son cerebros que se terminan desperdiciando por no contar con la posibilidad de completar el ciclo educativo. Es igualmente crítico pensar en que la mitad de los estudiantes universitarios van a universidades privadas, en la que existen generosos programas de ayuda, y en los que el Estado también debe pensar, pues no solo allí hay miles de estudiantes de bajos recursos económicos, sino que la educación que reciben es de alta calidad, al menos en las entidades acreditadas así.
También es importante que desde el Ejecutivo nacional se piense en una mejor manera de asignar estos beneficios de matrícula cero, ya que el sistema de estratificación que se está usando sufre graves problemas que podrían terminar beneficiando a quienes no lo necesitan. De hecho, en los distintos asuntos en los que se usan los estratos sociales para otorgar beneficios, se generan inconsistencias, ya que personas que viven en barrios considerados de bajos recursos económicos pueden tener, en muchos casos, mejores ingresos que otros que viven en sectores aparentemente mejores.
Lo coherente debería ser buscar mecanismos que garanticen los beneficios a quienes, en verdad, tienen menores ingresos económicos mes a mes. Lo demás es un espejismo. Los datos del Censo del 2018 deberían servir para avanzar en el establecimiento de un esquema más ajustado a la realidad.