Se realizó el jueves la primera audiencia en el proceso de revocatoria del alcalde de Manizales, Carlos Mario Marín. Manifiestan los promotores que no son políticos, como si promover la salida de un mandatario y buscar votos para cumplir su cometido no fuera precisamente hacer política. No entender esto es de entrada desconocer en qué se han metido. Contar con una democracia participativa como la colombiana significó la entrada en nuestro constitucionalismo del voto programático.
En la práctica no se nota, pero se supone que cuando votamos por un candidato a un cargo ejecutivo de elección popular no estamos votando solo por él, sino por sus ideas, plasmadas en un programa de gobierno. Estas ideas luego llegan a lo que es el Plan de Desarrollo para el cuatrienio de su ejercicio. Si está bien hecho, contará con un plan de inversiones y con unos indicadores que permitan medir los resultados de su gestión.
“Si se toma el voto programático en serio, no actúa de modo legítimo el alcalde o el gobernador que, pese a haber sido democráticamente elegido incumple de manera reiterada su programa de gobierno“, dice Felipe Rey Salamanca en su libro Voto programático y programas de gobierno en Colombia. Este incumplimiento es el que motiva a ciudadanos a promover la revocatoria. Esto solo se puede hacer después del primer año de gobierno, que la ley considera es el de planeación y aterrizaje, luego viene la ejecución.
Todo esto que hemos dicho hasta aquí es como la teoría plantea el deber ser de la democracia, pero en nuestro país las ideas políticas están muy lejos de la praxis y al final lo que está en juego es la búsqueda del poder. Personas que pretenden con la revocatoria acortar el tiempo para retornar al mando. Es indudable que en Manizales ha faltado ejecutoria; el presupuesto el año pasado se quedó corto justo en un momento en el que la ciudad requiere del gasto público –claro de manera honesta y con planeación- para ayudar a la mejora de la economía.
Desde el año pasado, el alcalde Marín anunció que sus planes de reactivación económica pasaban por las obras del Sistema de Transporte, por la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales y Aerocafé. De él dependen la PTAR y las obras de transporte, pero estas están muy atrasadas, de acuerdo con los cronogramas iniciales. Es hora de ponerlas a andar en serio, así como otros planes que requieren de una ejecución expedita. A pesar de lo anterior, promover revocatorias no es lo óptimo, se debe es acompañar a los gobiernos para que cumplan con sus compromisos, para que ejecuten el presupuesto como es debido y se corrija el rumbo. Meter la ciudad en un proceso electoral no tiene sentido, más allá de los intereses de algunos grupos políticos. Confiamos en que este proceso se trunque rápido para que el gobierno local no se distraiga de lo importante: garantizar el crecimiento económico para generar riqueza para el mayor número de habitantes.