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La pandemia por la covid-19 ha generado todo tipo sobresaltos en la sociedad. Las autoridades en su mayoría tratan de seguir el paso a la realidad para tomar las decisiones que consideran mejores para proteger a sus nacionales. No obstante, las cifras de contagiados y de fallecidos se incrementan de manera considerable. Varios países, entre ellos Colombia, se encuentran en un momento muy complicado y Caldas no es ajeno a esa realidad. La ocupación de camas en las unidades de Cuidado Intensivo ha llevado a la alerta roja por varios días. Todo indica que estamos pagando los desmanes de la época decembrina.

Los llamados a una nueva cuarentena estricta y generalizada no se han hecho esperar y los gobernantes se encuentran presionados por algunos sectores para que así se haga, y al otro lado está el aparato productivo que teme otra para como en el segundo trimestre del año pasado, que dejó tantos efectos negativos. Por esto, el llamado es a proteger la salud sin acabar con la economía. Creer que es una cosa o la otra es errar de entrada. Las dificultades para muchas familias son reales y al impedir que alcancen su sustento con el desempeño de sus actividades es prolongar esa difícil situación.

Al final, las medidas que toman los gobernantes un día sí y otro no, han terminado por confundir a buena parte de los ciudadanos, que en ocasiones no las acatan por puro desconocimiento. Y con el paso de los días y los anuncios de un lado y del otro, la confusión es tal que en lugar de prevenir se termina por llevar a la gente a más aglomeraciones. Por ejemplo, el pico y cédula que está vigente apenas si se usa en algunos supermercados y en otra parte, lo que genera una distorsión. Mejor sería mantener con rigor los aforos controlados en los espacios cerrados, como hoy lo acatan los templos, empresas, y funciona bien.
Para que nos cuidemos todos están faltando dos cosas. La primera tiene que ver con el acatamiento de las medidas básicas: el uso correcto y permanente del tapabocas fuera de casa, el lavado de las manos con jabón durante por lo menos 40 segundos, el distanciamiento social y el evitar aglomeraciones. Esta corresponde a cada ciudadano. No hacerlo es poner en riesgo la vida propia y de otros. La pandemia no es juego, los millones de muertes en el mundo, 50 mil en Colombia, son prueba suficiente.

Lo segundo que está haciendo falta es que las autoridades se pongan serias frente a quienes no acaten normas elementales como el uso del tapabocas. Sancionar a los infractores y hacerlos pagar las multas debería disuadir a otros. Disciplina individual y autoridad servirían para ayudar a contener la pandemia y aminorar el ritmo de su expansión. Es un momento difícil y requiere de la inteligencia y el compromiso de todos.

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