En junio todos los municipios del país deben tener habilitado un terreno suficiente para que se depositen allí los residuos orgánicos que servirán para hacer composta. Sí, de eso se trata el decreto que empezó a regir desde el primero de enero, por mandato del Ministerio de Medio Ambiente, y que ordena a todos los ciudadanos el uso de tres bolsas de colores diferentes para depositar las basuras: blanco y negro, que ya deberían estar en operación en todos los hogares, y verde cuando los municipios cumplan con lo mandado para los residuos orgánicos aprovechables, como restos de comidas o materia vegetal.
No obstante, en medio de la pandemia a esta norma le ha faltado difusión, pues como lo pudo comprobar un equipo periodístico de LA PATRIA, ni siquiera se distribuyen las bolsas con los colores y menos los ciudadanos están informados de esta situación. La propia Alcaldía de Manizales, desde su Secretaría de Medio Ambiente, informó que se apresta a trabajar en este tema en lo que ya es cumplible, y en esa misma situación se encuentra buena parte de los municipios del país. Este será un tema interesante para que promueva y se vea desde el arranque la función de la recién creada Secretaría de Medio Ambiente del Departamento.
Parte de los fracasos que se han contado a través de los años en las diferentes intentonas de reciclar en el país es porque los ciudadanos se desestimulan cuando ven que separan en la fuente, pero a la hora de la recolección todo va al mismo compactador. Emas ha venido corrigiendo esto en los últimos años y algunos programas de recicladores también, pero falta que se masifique. La juventud y la niñez tienen el chip del reciclaje y esta práctica es parte de su cotidianidad. Por eso hay que difundir de mejor manera los programas que existen para hacerlo y contribuir con el medioambiente.
Marquetalia dio ejemplo al resto del departamento al aprobar al final del año un Acuerdo para prohibir la comercialización, distribución y empleo de plásticos de un solo uso en la contratación de entidades públicas, que es otra manera de ser amable con el medio ambiente y de generar conciencia de la gravedad que causamos con los desechos que producimos y, sobre todo, con los de difícil reuso o desaparición.
Ciudades como Bogotá han dado pasos gigantescos en la reutilización, por ejemplo, de materiales de construcción. Se trata de políticas públicas que funcionan bastante bien en buena parte del mundo. Manizales, que presume de ser una ciudad verde, de ser ciudad sostenible porque ganó una encuesta en internet, debería hacer mucho más para realmente posicionarse en este tema. Aún está a tiempo de corregir y la ciudad cuenta con un entorno propicio para promover muchas de estas prácticas, además de contar con una ciudadanía que atiende a estos llamados que buscan el bienestar de todos y la preservación del planeta. Esto requiere de una política clara y de que se propongan políticas de ciudad, no de grupos de interés