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El tránsito entre Manizales y el oriente de Caldas a finales del año pasado y comienzos del 2021 fue absolutamente caótico. La actual vía simplemente colapsó ante el excesivo tráfico de toda clase de vehículos, entre ellos muchos de carga, que ante la estrechez de la calzada ocasionaron enormes tacos a lo largo de la vía entre el alto de Letras y Fresno (Tolima), principalmente, aunque el tramo hasta Mariquita tampoco fue cómodo para los conductores.

La emergencia por un gran derrumbe sobre la carretera que conduce desde Cajamarca (Tolima) hasta Calarcá (Quindío) llevó a que casi todo el movimiento vehicular entre el centro y el occidente del país recayera sobre la estrecha y sinuosa carretera que pasa por Manizales, y con ello no solo se demostró que el túnel de La Línea (inaugurado en septiembre del año pasado) no solo no es la solución definitiva para una mejor conectividad entre ambas regiones de Colombia, sino que la vía al Magdalena, desde Manizales, tiene que ser considerada prioridad estratégica del país.
Por eso, es importante que esta semana el director del Instituto Nacional de Vías (Invías), Juan Esteban Gil, haya recorrido esa carretera con el propósito de analizar su mejora. Por fin, desde Bogotá, parecen haberse dado cuenta de que ese corredor no puede tener un tratamiento de segunda. Lo triste, sin embargo, es que se hable de un nuevo estudio en lugar de acometer las obras necesarias de manera urgente, para lograr las soluciones que no soportan más esperas.

Como lo recordó un informe publicado en este diario el pasado viernes, se han hecho toda clase de estudios en el pasado que se nos antojan suficientes para que se pudiera poner el énfasis en la destinación de recursos para la ejecución, en lugar de seguir acumulando estudios que tienden a quedarse guardados sin efectividad alguna, y convirtiéndose solo en cortinas de humo para evitar coger el toro por los cuernos. Hace 9 años se plantearon tres alternativas para esa carretera, e incluso más adelante se plantearon las necesarias variantes de Fresno y Padua, así como el viaducto de Mesones, el cual llegó a tener supuestamente recursos asegurados para su construcción, pero todo finalmente quedó paralizado.

Debemos recordar que de la urgencia de esa mejora se viene hablando desde hace unos 25 años, y que a mediados de la década de los 90 del siglo pasado se emprendieron unas obras para cortar curvas y estabilizar taludes en el trayecto desde Manizales al alto de Letras, que ayudaron mucho a la movilidad y seguridad en ese sector, pero el panorama no ha cambiado en nada en el descenso hacia Mariquita. Cuando ya hay análisis técnicos en fase dos para las variantes y el viaducto, no se deben tener más demoras en nuevos estudios.

Es cierto que ese proyecto no está contenido en el Plan de Desarrollo Nacional, y por tanto no será fácil destinar recursos prontos para la ejecución de las obras, pero lo que se necesita es el compromiso del Gobierno Nacional para darle la prioridad que merece y que se empiecen a gestionar las fuentes de financiamiento, para que lo más pronto posible empecemos a ver las obras que soluciones en embotellamiento que se vive allí permanentemente.