Si bien no es mucho lo que se le pueda creer al Eln acerca de intenciones de paz, después de tantos intentos fallidos para lograr acuerdos desde el siglo pasado, el anuncio de cese al fuego unilateral humanitario a partir de hoy y durante un mes, surge como una buena noticia en medio de las malas derivadas de la pandemia del coronavirus que produce la enfermedad conocida como covid-19. Ahora bien, tiene razón el Gobierno Nacional al pedir a los elenos expresiones más concretas de deseos de dejar atrás el conflicto armado, con la liberación de las personas que permanecen secuestradas en diferentes regiones de Colombia.
El anuncio del Eln surgió casi de manera simultánea a la designación que hizo el presidente Iván Duque a los desmovilizados miembros de esa agrupación subversiva Francisco Galán y Felipe Torres como gestores de paz, en un mensaje directo alrededor de la posibilidad de retomar los diálogos que quedaron truncados desde mediados del 2018, y que fueron desmontados totalmente en enero del 2019, luego del asesinato de 22 cadetes de la Escuela General Santander, en un ataque terrorista perpetrado por miembros de ese grupo armado ilegal. No obstante, el papel de Galán y Torres es incierto, ya que en la cúpula de los elenos no los ven con buenos ojos. Sus roles, al parecer, estarán más orientados a una estrategia para llegar a otros grupos violentos que azotan amplias zonas del país.
Lo cierto es que esa guerrilla, durante este tiempo, ha seguido con sus actividades ilegales, entre las que se cuenta el reclutamiento de menores, lo cual va en contravía de sus supuestas intenciones de pacificación. En un momento como este, en el que se necesita que todos los colombianos estemos sintonizados en la mitigación de los efectos de la pandemia en el país, es fundamental que los factores de violencia que infortunadamente nos acompañan desde hace décadas sean desactivados, y que podamos ver con algún grado de optimismo el porvenir.
Lastimosamente hay regiones como Cauca, Chocó y Antioquia, en las que la amenaza concreta del coronavirus es una grave novedad que se suma al terror cotidiano de los grupos que se dedican al narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro, la extorsión y toda clase de crímenes, en gran parte relacionados con los numerosos asesinatos de líderes sociales, flagelo para el que aún no se encuentra solución. De ahí la pertinencia del llamado del jefe de la misión de seguimiento a los acuerdos de paz de la ONU, Carlos Ruiz Massieu, quien lamentó que en medio de la cuarentena que afronta el país la violencia siga causando muertes en Colombia.
Por lo pronto, sería ideal que se retomaran los diálogos con el Eln y que, bajo la realidad que vive el país, se avance rápidamente hacia su desmovilización definitiva. Ahora bien, siendo realistas, hay que tener reservas frente a las verdaderas intenciones de los elenos en esta coyuntura, más cuando parecen exigir que voceros del Gobierno se reúnan con los jefes de esa organización en La Habana (Cuba), situación poco probable mientras que se liberen los secuestrados y se deje de reclutar menores. Ojalá que lleguen las reales expresiones de paz de los elenos y que los otros grupos armados ilegales escuchen el llamado del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de dar una tregua definitiva a los colombianos.
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