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El fuerte sismo ocurrido en la mañana del viernes, y que según el Servicio Geológico Colombiano (SGC) fue de magnitud 5,6 y a una profundidad de 33 kilómetros, considerada esta en el rango de superficial por ser menor a 70 kilómetros de la superficie terrestre y con consecuencias que pueden ser bastante dañinas para las zonas en donde ocurran, plantea lo imperativo que es estar preparados para este tipo de eventos. Hay que aprender a hacerlo, así la reacción humana a los temblores sea miedo y pánico. Pero está demostrado que si hay conocimiento y preparación, es alta la posibilidad de superarlos y de sobrevivir en casos extremos. El mundo ha avanzado, claro está, pero nadie se puede confiar en que así existan ya aplicaciones para dispositivos Android, que son la gran mayoría de equipos de telefonía celular en el país, que avisan rápidamente el momento en que comienza un temblor -antes incluso de que lo reporten entidades oficiales-, esta información no se trata de una predicción. Eso hay que tenerlo en cuenta para dejar de creer en cosas que son imposibles o no son ciertas y que lo único que hacen es generar alarmas innecesarias. Nadie sabe exactamente cuándo, a qué hora y dónde va a suceder un temblor porque son fenómenos de la naturaleza.
Vivimos en un país y una zona propensa a los movimientos telúricos, por la ubicación en plena cordillera, que es atravesada por fallas y por placas que se mueven como parte de su comportamiento normal. En eso hay que pensar cuando se realice cualquier construcción, ejecutarla cumpliendo con normas de sismorresistencia exigidas por la ley, que previenen de desastres y calamidades. El que se pasa las normas por la faja no está obteniendo una ganancia, todo lo contrario, se está exponiendo a un alto riesgo que es lo primero que debemos evitar. El deber de las autoridades es controlar y exigir el cumplimiento de las normas, justamente en consonancia con el comportamiento ciudadano.
También se deben dar los simulacros constantes en todas las entidades, empresas e instituciones y hasta en las familias; que enseñen a actuar y a reaccionar, desde que sean tomados en serio por las personas que participan. Solo así será más factible reducir los impactos negativos de un sismo, por ejemplo. No es lo mismo enfrentarlo cuando se desconoce por completo cómo es que hay que actuar, que cuando hay algún nivel de información y de formación. En esto el SGC y medios de comunicación como LA PATRIA se esfuerzan para divulgar lo que se recomienda antes, durante y después de un sismo como lo publicamos recientemente el sábado.

Hay que aprender a vivir con los riesgos que nos rodean, no solo por estar ubicados en una zona de alta sismicidad. Tenemos cerca el Volcán Nevado del Ruiz, que está activo; nuestra topografía está caracterizada por la presencia de laderas que en invierno causan derrumbes y tragedias, igual que de ríos y quebradas que incrementan su caudal en temporadas de altas lluvias y vienen las inundaciones. Pero si identificamos esos riesgos y nos preparamos adecuada y responsablemente para enfrentarlos, con seguridad ante la ocurrencia de cualquiera de estos acontecimientos las afectaciones serán mucho menores, como lo han demostrado otros países.