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La cita electoral de mañana en Manizales es para escoger a los siete corregidores del Municipio, designación que le que corresponde hacer al alcalde, Jorge Eduardo Rojas, de ternas que le hicieron llegar las Juntas Administradoras Locales (JAL) de estos corregimientos, como establece la ley. Los que salgan designados se convierten en la mano derecha del mandatario en estos territorios rurales, algo así como alcaldes menores, pues un corregidor es la autoridad administrativa. Por eso es tan importante elegir bien, a los más preparados y a los de más experiencia.
La responsabilidad de seleccionar no solo es del nominador, en este caso Rojas; también corresponde a los ediles que integran las JAL, quienes tuvieron a su cargo el primer tamiz de este proceso y abrieron convocatorias, recibieron y revisaron hojas de vida, algunos que hicieron entrevistas; insumos para decidir con quienes integrar las ternas que presentaron a la Alcaldía. Como toda elección, esta no se libra de presiones y peticiones políticas, no en la misma medida que aplica para los cargos de elección popular, pero sí se dan casos de “recomendados” que no siempre son los más aptos.
El requisito para ser corregidor es tener título de abogado, con al menos un año de experiencia. Debe ser conocedor del sector público y del territorio. Se permite la reelección o si el alcalde considera que no hay opcionados competentes para el cargo, puede solicitar a la JAL que envíe otra terna. Debe ser un profesional externo al corregimiento para evitar que se convierta en juez y parte o que surjan conflictos de interés, lo que sería muy dañino para el desempeño de este cargo por estar en función de decidir y resolver casos como querellas, conflictos entre vecinos, control y cierre de establecimientos, entre otras funciones que ordene el alcalde o la Secretaría del Interior (antes Gobierno) a la que quedan adscritos.
Aunque la figura del corregidor entró a regir en Colombia desde 2013, durante la primera Alcaldía de Rojas, en Manizales los alcaldes empezaron a nombrarlos unos cinco años después, en la mitad del periodo de José Octavio Cardona, y eso porque promulgó enfocar sus acciones en la zona rural; pero al cargo de corregidor le ha faltado mayor difusión entre la comunidad para que por lo menos haya conocimiento de su existencia, sus funciones, la forma en que se elige y el control, porque no ejercer como se debe puede llevar a solicitarle al alcalde el cambio al ser de libre nombramiento y remoción.
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El rol de las personas que sean seleccionadas mañana será clave para cumplir el compromiso que hizo en campaña el alcalde Rojas de dar un trato equitativo al campo y a la ciudad; de mirar más hacia la ruralidad, a la que poco se le apuesta o se desdeña al poner por encima lo urbano. Un corregidor es además el puente entre los ediles y la Administración municipal, un canalizador de lo que requieren las comunidades en las veredas, mucho más ahora que se construye el Plan de Desarrollo Municipal para los próximos cuatro años, tiempo que será el periodo para los corregidores.