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Es indiscutible que no se trata del primer ataque guerrillero en una ciudad de Colombia y que otros gobiernos también han tenido que hacerle frente a este tipo de situaciones, incluso con consecuencias graves y calamitosas, pero por el hecho de que ya haya pasado no se pueden dejar normalizar.
Pudo ser un grave ataque terrorista con saldo de centenares de muertos en Tunja (Boyacá), que neutralizaron las autoridades y las consecuencias fueron mínimas. Se trató de una volqueta cargada con cilindros bomba, organizados para su lanzamiento, que dejaron abandonada al amanecer del sábado en el barrio Prados de Alcalá, cerca del Batallón Simón Bolívar. Por fortuna hubo personas que reportaron el hecho, y con personal antiexplosivos se hizo una detonación controlada, aunque parte de la carga se dirigió hacia la sede militar y causó daños a su infraestructura.
Este atentado frustrado se le atribuye, según las investigaciones, a la estructura Adonay Ardila Pinilla del Frente de Guerra Oriental del Eln, al mando de Youssef Morales Betancourt, alias el Poeta, con un amplio prontuario en rebelión, terrorismo y acciones criminales, por quien las autoridades ofrecen una recompensa de hasta 500 millones de pesos. Hay que ver más allá de esta medida oficial que es importante para dar con el paradero de los autores. El hecho muestra la facilidad con la que están actuando y el grado de penetración de los grupos guerrilleros en zonas rurales y urbanas.
Es indiscutible que no se trata del primer ataque guerrillero en una ciudad de Colombia y que otros gobiernos también han tenido que hacerle frente a este tipo de situaciones, incluso con consecuencias graves y calamitosas, pero por el hecho de que ya haya pasado no se pueden dejar normalizar, sería lo peor que nos pueda suceder como Nación. Hay que rechazar toda acción violenta de los grupos ilegales, que han venido tomando fuerza en el país y por lo que hoy se habla de una crisis en seguridad como lo perciben los ciudadanos en encuestas, y de la que hablan expertos, muy de la mano con el incremento de redes del narcotráfico y de minería ilegal.
Lo que buscan todas estas estructuras es crear corredores por donde transitar y hacer de las suyas, al dejarlos bajo su dominio. En el caso de Tunja, se habla de la búsqueda de un corredor entre Arauca, Boyacá y Casanare que comunicaría desde el oriente en límites con Venezuela hacia el sur y que estaría dejando al centro del país rodeado. Con este hecho, ya son muchos los cometidos en los últimos años por las guerrillas a través del uso de explosivos, tomas, paros armados, combates y ataques a las fuerzas del Estado, secuestros, desplazamientos masivos en los que la sociedad civil ha tenido que asumir las consecuencias. A lo que hay que sumarle el asesinato del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, relacionado también con estas estructuras.

Hay que estar muy atentos a movimientos sospechosos y reaccionar sin dudarlo, sin crear eso sí pánico innecesario porque la seguridad es lo que está de por medio, especialmente en esta época preelectoral cuando las organizaciones delincuenciales buscan ir formando caos y generar miedo para empezar a impactar en la participación ciudadana y con ello imponerse a su conveniencia. En especial, el Gobierno nacional es el que debe dirigir todos sus esfuerzos para contrarrestar este tipo de riesgos, pero además con operativos más eficaces contra las estructuras delincuenciales de manera que ni siquiera puedan llegar a los límites del país.