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La Administración Municipal de Manizales está anunciando con bombos y platillos la construcción del llamado Bulevar de la 19, para unir peatonalmente la zona de la Universidad de Manizales, pasando por la antigua terminal de transportes y San Andresito, y llegar al sector del edificio de la Alcaldía. Esto ocurre cuando todavía no es entregado el Bulevar de la 48, una obra que debió terminarse en diciembre del 2021 y que necesitó de seis prórrogas para poder avanzar hacia su culminación, la cual está cerca pero aún no se logra.
Además, hay obras como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Los Cámbulos, el Intercambiador de Los Cedros y la Línea 3 del Cable Aéreo, para solo mencionar las más polémicas, que ya deberían tener avances significativos y que, infortunadamente, todavía están en pañales y con muchas incertidumbres alrededor de su ejecución. 
Ante este panorama les cabe toda la razón al Centro de Observación para la Infraestructura de Caldas (COIC), la Sociedad Caldense de Ingenieros y Arquitectos y la Corporación Cívica de Caldas (CCC) cuando hacen un llamado a que la Administración Municipal se enfoque en terminar las obras que ya comenzó o que están en proceso, antes de arrancar la aventura de otro bulevar que, en lugar de ayudar a avanzar hacia las soluciones, podría hacer que el panorama del desarrollo y futuro de la ciudad se haga más complejo.
Es evidente que en todo este proceso de desarrollo de infraestructura se han tenido graves problemas de planeación, así como deficiencias y vacíos en la ejecución de obras, cuyos procesos parecen flotar en el mismo sitio sin poder avanzar, por diversas circunstancias, lo cual ha generado justificadas desconfianzas alrededor de las posibilidades de sacar adelante esos proyectos de manera exitosa.
Es indiscutible que lo que viene ocurriendo con el dólar desde hace unos meses, que ha llevado a una devaluación del peso colombiano alrededor del 25% frente a esa divisa, tiene un impacto negativo frente a los costos estimados de ejecución de esas obras, lo que plantea trabas complicadas de vencer en el caso de la Línea 3 del cable aéreo, por ejemplo. 

Otro problema adicional sería la afectación grave a la movilidad en un sector céntrico que tiene permanentemente un alto flujo vehicular que se vería colapsado sin necesidad alguna. La supuesta necesidad de cumplir las metas del Plan de Desarrollo no es suficiente argumento para ello, cuando lo que podría terminarse logrando es acrecentar los ya complicados problemas. El supuesto acelerador que se les podrá a estas obras lo que podría es llevar a una grave colisión de la que no se tiene claro cuál puede ser su desenlace.