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Toda la solidaridad con nuestros vecinos de Ecuador por la violencia y actos terroristas que arreciaron desde el domingo y dejaron 70 detenidos, 10 muertos, 2 personas heridas en varias ciudades, incluyendo a Quito como capital, pero concentrados en Guayaquil, considerada la ciudad costera más peligrosa al convertirse en epicentro del tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa. El detonante, según la Policía, fue la fuga de Adolfo Macías, narcotraficante y líder de la banda criminal Los Choneros, que pagaba una condena de 34 años y sería trasladado a una cárcel de máxima seguridad. Las autoridades no han logrado dar con su paradero.
Los dos días siguientes fueron de violencia desatada, que llevó al presidente de Ecuador, Daniel Noboa, a decretar Conflicto Armado Interno y a identificar como organizaciones terroristas a unas 22 agrupaciones dedicadas al crimen organizado, entre ellos los Tiguerones, que se tomaron Guayaquil. Con mano dura y en una acertada decisión dirigida a la defensa y protección de sus gobernados, el presidente ordenó a las Fuerzas Armadas ejecutar acciones militares que lograron frenar el caos, aunque todavía ayer se sentía el temor en las calles.
Ni las maras en Centroamérica, ni los carteles de la droga de México, ni Sendero Luminoso en Perú ni los grupos criminales brasileños. Nunca desde la época del narcoterrorismo de Pablo Escobar y el cartel de Medellín, grupos armados habían desafiado la autoridad del Estado de manera concertada en varias ciudades a la vez, como ha sucedido en Ecuador. 
En el vecino país 139 funcionarios de prisiones están retenidos en cinco cárceles, algunos internos se fugaron como el líder de Los Choneros que sigue sin ser recapturado; también ocurrieron robos, saqueos, tiroteos, incendios de vehículos, suspensión del servicio de transporte y del comercio, incursión de hombres armados en hospitales y la toma de encapuchados fuertemente armados al canal público TC Televisión mientras transmitía en vivo, dejando como rehenes a periodistas, técnicos y personal. Gracias a la acción de las fuerzas especiales, lograron la liberación y detuvieron a 13 asaltantes.
La situación de Ecuador es bastante grave, y ya comenzó a afectar su economía, pero además podría afectarnos por la casi segura relación entre estos grupos ecuatorianos dedicados al crimen organizado con guerrillas colombianas y de narcotraficantes que tienen abiertos y operando por zonas de frontera los corredores para el tráfico de drogas, armas y delincuentes. Para el presidente Noboa, su país se encuentra en estado de guerra y no piensa negociar ni ceder, aunque lo ocurrido sea en respuesta a las ejecuciones estatales para detener la escalada de inseguridad, garantizar la soberanía y la integridad nacional.


El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia rechazó lo sucedido en Ecuador y manifestó el respaldo a su institucionalidad democrática y a su estado de derecho. El presidente Petro ofreció asistencia a ese Gobierno, y por su cuenta de X dijo que la situación ecuatoriana es a causa de “una política antidrogas equivocada, que ha llevado a la expansión de bandas internacionales en un problema que no es solo de Ecuador sino multinacional”; se declaró enemigo de las prohibiciones. ¿No será que la solución debe ser combatir primero a los ilegales de forma transnacional para garantizar seguridad y luego pensar en políticas de empoderamiento juvenil?