Una vez más queda la sensación de que son muchas las cumbres de mandatarios para tan pocos resultados. Parece que cada vez con más frecuencia el mundo solidario da paso al relacionamiento uno a uno entre países si se quieren lograr resultados.
La lánguida cumbre económica celebrada en Colombia entre la Unión Europea y los países del Caribe y Latinoamérica dejó más preguntas que certezas. Aunque se anunciaron resultados políticos, la escasa asistencia de líderes clave -solo asistieron nueve presidentes y jefes de Gobierno y la mayoría canceló en las últimas semanas- marcó un contrasentido frente a las expectativas regionales. Lo que iba a ser un escenario importante para nuestro país y para Santa Marta, que recientemente celebró sus 500 años de fundación, terminó con titulares que se refirieron más a la baja convocatoria del presidente Petro que a los resultados que se pudieran tener.
Si bien se culpa mucho del resultado desde el Gobierno y por varios analistas a las decisiones de Estados Unidos últimamente, como incluir a Petro y su círculo cercano en la llamada Lista Clinton, la realidad es que esto es lo que se cosecha cuando las relaciones internacionales del país se han manejado en los últimos años al capricho del estado anímico del mandatario y no como una política de Estado. Es mucho más difícil que se acompañe a un mandatario que ha demostrado todo tipo de desplantes a otros gobiernos del mundo, bien en sus palabras o con acciones como no promover una representación internacional profesional y coherente.
A donde sí acudieron los mandatarios fue a Brasil, donde el martes se celebró una cumbre más de la COP-30 en busca de salvar los acuerdos para reducir la temperatura del planeta. Esto se dio justo después de que un tornado arrasó con una población del sur de ese país al alcanzar niveles extraordinarios propicios para la destrucción. La cumbre se realizó en Belén, en el corazón de la Amazonía brasileña, donde volvieron a ponerse sobre la mesa las tensiones entre los avances políticos y las urgencias climáticas. A esto se suma que el país anfitrión anunció hace apenas unos meses que autorizó la exploración de yacimientos petrolíferos en la vecindad de la selva más grande del mundo.
Una vez más queda la sensación de que son muchas las cumbres de mandatarios para tan pocos resultados. Parece que cada vez con más frecuencia el mundo solidario da paso al relacionamiento uno a uno entre países si se quieren lograr resultados, por el mal momento del multilateralismo, que tantos beneficios trajo al planeta.
De los tumbos dados en las relaciones internacionales del Gobierno colombiano hubo uno esta semana, cuando el presidente Petro anunció que compartiría más información de inteligencia de nuestro país con Estados Unidos para combatir el narcotráfico, en represalia por las muertes de lancheros que, al parecer, llevaban drogas por el Caribe. No obstante, rápido salió el ministro de Defensa a aclarar que no se trata de no compartir esta información, sino solo cuando se vaya a usar para ataques que violen los derechos humanos. Es decir, de resto seguirá fluyendo, como debe ser, pero parece que el mandatario colombiano no se entera, o sus maltratados subalternos tienen que sobrevivir curando las heridas diplomáticas provocadas por su propio jefe.