El anuncio en la noche del viernes de la semana pasada del retiro de la visa para ingresar a Estados Unidos al presidente de Colombia, Gustavo Petro, marcó el panorama político de la semana en Colombia. Al anuncio de varios funcionarios de renunciar a sus visas en solidaridad con el mandatario, llegaron otros retiros más, ordenados por ese país, que no vio con buenos ojos la manifestación en espacio público de esa nación soberana en la que el mandatario colombiano invitaba a los militares de ese país a la desobediencia civil. Nada más fuera de lugar.
Eso fue parte del escenario prolongado de la 80 Asamblea General de las Naciones Unidas que siguió retumbando con sus ecos de controversia, pero permitió acercamientos al margen que, entre otras cosas, podrían traer paz a Medio Oriente, pues Hamás aceptó en principio el plan para que se acabe la guerra de una vez por todas. Esto abre una esperanza, pero ya se sabe que no es mucho lo que se puede esperar ni desde Israel ni desde Hamás. Pero qué bueno que así fuera.
El miércoles la flotilla humanitaria que se aproximaba a la Franja fue rodeada por las fuerzas de Israel y retenidos sus ocupantes incluidas dos ciudadanas colombianas, lo que le dio pie al Gobierno de nuestro país a ordenar el retiro de la delegación diplomática israelí y a subir el ya encendido tono de Gustavo Petro contra el Estado de Israel, del que depende buena parte de nuestro armamento y también las exportaciones de carbón. Esto derivó en un llamado de aliados del presidente a manifestarse contra la invasión en Gaza ante las oficinas de la Andi en algunas ciudades del país, algo que no solo es incoherente, sino que se usó violencia en esos actos, hasta el punto que el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, le pidió al presidente rechazar la violencia y el vandalismo que se dio en estos eventos.
Las manifestaciones en el mundo contra Israel crecen, lo que no sería grave si se quedara en una expresión de rechazo a los sucesos en Gaza, pero poco a poco tales pronunciamientos están derivando en expresiones antisemitas y con esta llega la violencia, como la ocurrida en Mánchester (Inglaterra), donde el ataque a una sinagoga dejó dos personas muertas y cuatro heridas. Una cosa es no estar de acuerdo con la forma en la que Tel Aviv ha convertido su legítima defensa en un acto de venganza contra el pueblo palestino, y otra, que se legitimen estas expresiones. En el propio Israel hay manifestaciones contra las actuaciones de Netanyahu y la radical ala de extrema derecha; entonces no confundir a quienes toman las decisiones con el pueblo judío.
La retórica de Donald Trump sigue sosteniendo que lidera los procesos de paz en el mundo, sin embargo, esta semana también informó que hay un conflicto contra los carteles de la droga, para continuar atacando lanchas con cargamento de drogas, como lo hizo de nuevo el viernes. De esta manera más que paz se encienden los temores frente a Venezuela. Colombia queda en el fuego cruzado y debería aprender de la prudencia de México que ha sabido manejar las relaciones con Estados Unidos con guante de seda, sin ceder un ápice en su soberanía.