Nada más necesario que planificar para lograr territorios ordenados y desarrollados. Es la hoja de ruta para tomar decisiones, dirigir acciones, resolver problemas y conflictos y gestionar recursos. Esto es lo que ha faltado en la vereda Gallinazo, de Villamaría, donde el lunes festivo se presentó una creciente súbita de la quebrada Carmelo que dejó siete casas inundadas y afectó bienes de los habitantes, con pérdidas materiales millonarias para propietarios de establecimientos comerciales.
Los habitantes ya lo habían advertido a la Alcaldía de Villamaría. Hace tres años solicitaron a la Unidad de Gestión del Riesgo Municipal intervenir las quebradas Carmelo y Frailes, que atraviesan la vereda y en las que ven una amenaza cada invierno. Debido a la falta de planificación y de aplicar controles hay casas construidas a orillas de estas quebradas cuyos afluentes vienen de las montañas del páramo y en época de lluvias se convierten en un riesgo, como lo advierten autoridades departamentales.
Pocos se han concentrado en ponerle atención a Gallinazo. Es un sector privilegiado por su vocación turística, ambiental e industrial. Tiene una vía de acceso desde el barrio Los Pinos de Manizales hasta el puente militar. Hasta ahí llega Manizales, pero parece un camino de herradura a donde el Estado promete intervenir, aunque sin urgencias. En este trayecto están establecidas dos grandes empresas, Ternium e Induma, que seguro si las dos administraciones les proponen un plan de mejoramiento, le jugarían porque es un gana-gana para todos.
GGallinazo, con los años, se convirtió en destino turístico de manizaleños, villamarianos y viajeros nacionales e internacionales que llegan a hoteles, termales y restaurantes de la zona. Tanta es la acogida que ha tenido esta vereda que los fines de semana la movilidad es caótica. Las zonas de parqueo que adaptaron los comerciantes no han servido. Si se tuviera planificación, esto tampoco estaría ocurriendo. Hay que sumar que Gallinazo alberga la Planta de Tratamiento de Agua Luis Prieto Gómez, la principal que surte a Manizales, y solo esto ameritaría tener una vía adecuada y un sector libre de riesgos.
La Unidad de Gestión del Riesgo de Caldas recomienda reubicar viviendas, garantizar una margen protectora de las quebradas y desarrollar labores de conservación para proteger la zona y a sus habitantes. Esa sería una parte de las soluciones. Mientras tanto, la Gobernación de Caldas, a través de su Secretaría de Infraestructura, tiene en ejecución un proyecto de mejoramiento vial por valor de $22 mil millones, recursos que aportará el Invías.
Este proyecto va desde la entrada al Sena y finaliza en el acquaparque. Está dividido en dos fases. La primera de $10 mil millones, que está en ejecución para ampliar el eje actual de la vía desde termales El Otoño hacia arriba, pasando de 5 metros a 11 metros de ancho, incluyendo un área de ciclocaminabilidad. La segunda fase se encuentra en estructuración y comprenderá la rehabilitación vial entre la entrada al Sena y Ternium y desde el puente militar junto a Tierra Viva hasta El Otoño, pasando por el centro poblado. Ojalá que esta sea la primera de muchas otras acciones para potenciar un territorio olvidado, pero que en realidad es un diamante en bruto.