Mientras en Colombia algunos sectores lamentaban que el Congreso de la República haya hundido la legalización del cannabis o marihuana de uso recreativo para adultos, la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito (UNODC) divulgaba el domingo en Viena que en la década 2011-2021 una de cada 17 personas de 15 a 64 años en el mundo consumió algún tipo de droga. El dato es una de las alarmantes cifras del informe Mundial sobre Drogas 2023, que también está indicando que en ese periodo de 10 años el número de consumidores a nivel mundial aumentó 23%, casi una cuarta parte, pasando de 240 millones a 296 millones en ese rango de edades.
La UNODC señala entre las causas el crecimiento demográfico, y logra determinar en su estudio que al año 2021 alrededor del 70% de los consumidores son hombres, aunque paulatinamente se ha venido reduciendo la brecha de género y en ciertas partes, como Norteamérica, 42% de los consumidores de cannabis son mujeres. Dice que esta droga sigue siendo la más popular, a ese año llegaron a 219 millones sus consumidores; además, el estimado de personas que se inyectaron drogas fue de 13,2 millones, 18% más, y se incrementaron a 39,5 millones los usuarios que sufrieron trastornos por el uso de estupefacientes, es decir 45% más.
El consumo de anfetaminas y productos farmacéuticos sin prescripción médica creció a 36 millones de personas, el de cocaína a 22 millones y el de sustancias como el éxtasis a 20 millones. Quiere decir que hay un auge en el uso de las peligrosas drogas sintéticas a nivel global, consideradas más baratas, sencillas y rápidas de fabricar porque su producción no está supeditada a cultivos que solo crezcan en un área determinada y a cosechas que se tienen en ciertos periodos del año. Y aunque el uso de todas las drogas representa riesgos para la salud, el de las sintéticas puede producir daños neurológicos y del sistema cardiovascular, entre otros nocivos efectos o incluso la muerte.
Lo más delicado es que los países no han logrado cubrir la demanda para intervenir desde lo médico, lo psicológico y lo social a quienes padecen desórdenes ocasionados por el consumo de drogas. UNODC sostiene que solo una de cada 5 personas recibe tratamiento, y si esta es la cifra global, qué decir de lo que ocurre en Sur América, donde las desigualdades son altas y el acceso a servicios de salud y a programas preventivos es bajo, especialmente para población pobre. El informe expresa que en este continente más de la mitad de las personas en tratamiento por consumo de drogas tienen menos de 25 años, estamos hablando de jóvenes y menores de edad, lo que empeora el panorama.
Lo que trae este negocio de las drogas son efectos negativos, porque está en manos de bandas de narcotráfico dedicadas a actividades ilícitas y al crimen organizado que dejan a su paso muertes, problemas ambientales y pobreza. Colombia y otros países de Sur y Centro América lo saben de sobra, pero son regiones que siguen dominando en producción y rutas por donde trafican hacia otros países. El Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 propone implementar una política integral de drogas que elimine el prohibicionismo y se enfoque en resolver sus causas. Una meta bastante difícil, si se tiene en cuenta que el consumo de drogas en el mundo se convirtió en un problema de salud pública y en ello Colombia tiene fuertes deficiencias.
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