El Alto Occidente se ha unido alrededor de un espacio de diálogo con el que se busca construir una visión común entre entidades del Gobierno, academia, empresarios y sociedad civil, acerca de las oportunidades y desafíos del territorio y establecer acuerdos para articular acciones que apunten a resolver los problemas y aprovechar las potencialidades. Se trata de la Mesa de Diálogo Multiactor del Alto Occidente que desde hace unos tres años viene promoviendo la empresa de exploración minera Collective Mining y que se basa en el concepto de la acción colectiva como la palanca más eficiente para lograr la transformación social y económica de los territorios y avanzar hacia dinámicas más sostenibles del desarrollo.
Un concepto o un modelo que supere la acción conjunta, la articulación, la coordinación, no ha aparecido aún. Es claro que la acción colectiva implica tiempo y mayores costos de transacción y esa es la excusa de muchos mandatarios para preferir las actuaciones individuales. Pero la acción colectiva, la articulación de capacidades de diferentes agencias, además de más eficiencia, incrementa la probabilidad de acertar, disminuye el espacio para la corrupción administrativa, entre muchos otros beneficios.
Y es que los asuntos del desarrollo de los territorios deben ser de interés público, no únicamente de los políticos o de las administraciones departamental y municipales. Así lo han entendido muchas empresas. Los empresarios comprendieron que generar empleo, pagar impuestos, cumplir la ley y adoptar buenas prácticas laborales, sociales y ambientales no resulta suficiente y deben procurar que las alcaldías y los demás agentes de desarrollo, hagan la tarea. El descuido y el déficit de gestión de las entidades públicas, termina pasando factura al sector empresarial más temprano que tarde.
La acción colectiva es una decisión muy propia de este siglo XXI, refleja una mayor seriedad y responsabilidad de todos los agentes de desarrollo e implica modos muy diferentes de gestionar las empresas, de gerenciar los asuntos públicos, de promover el desarrollo de los territorios. Lo mejor que le puede suceder a las comunidades y a los territorios ante recursos escasos, tantas necesidades y tantas oportunidades, es que todos se unan para que, en equipo, se busquen los más grandes propósitos de transformación. Acabamos de ser testigos de la revocatoria de la licencia ambiental del proyecto hidroeléctrico Miel II como consecuencia de la falta de licencia social. Un modelo de gestión como el propuesto por Collective Mining le sentaría muy bien al Oriente de Caldas para que, con el liderazgo del gobernador y todos los alcaldes se construyan acuerdos sociales y económicos de desarrollo de los territorios con perspectiva de largo plazo.
En el mediano plazo, mientras se actualizan y complementan los estudios del proyecto, una gestión integral y liderazgos diferentes en la región derivarían en más capital social e institucional instalado en el territorio, a lo cual se asocian fácilmente dinámicas más pertinentes de desarrollo y en armonía con ellas, Miel II mejoraría sus posibilidades de concreción. Se trata de nuevos modelos de gestión pública y empresarial caracterizados por la generosidad, apertura, inteligencia, transparencia y disposición para trabajar colectivamente alrededor de grandes propósitos.