Son una afrenta para el país, el Gobierno y la ciudadanía las acciones del Eln, que con sus actitudes de personalidad múltiple deja perplejos a la mayoría de colombianos. De un lado se sientan en la mesa de diálogos en México, expresando que tienen intensión de desescalar el conflicto y quieren llegar a la paz total propuesta por el presidente Gustavo Petro, que en últimas es un viejo anhelo de la población. Pero en su actuar cotidiano, esta guerrilla sigue arremetiendo violentamente contra las Fuerzas Militares y la sociedad civil.
La emboscada de la madrugada del miércoles, usando explosivos y disparos de fusil contra una unidad del Ejército apostada en Guaimalito, corregimiento de El Carmen (Norte de Santander), dejó nueve militares muertos y nueve heridos, tres de ellos de gravedad. Este sitio no está incluido entre los de mayor conflicto en el país, según dijo el ministro de Defensa, Iván Velásquez, aunque pertenece al Catatumbo, de las regiones con más cultivos de coca de Colombia. Los militares revisaban operaciones de seguridad a un activo estratégico, el oleoducto Caño Limón-Coveñas.
Lo ocurrido es una clara muestra de que no es real la voluntad de paz del Eln y que están en la mesa tratando de ganar prebendas, como el planteado alto al fuego bilateral. Parecen buscar que les dejen el camino libre para su actuar delictivo, pero ellos no deponen las armas, ni los planes para seguir cometiendo atrocidades. Ya ha ocurrido con esta guerrilla en otros procesos. En el 2019, siendo presidente Iván Duque, tampoco prosperó el diálogo por el atentado del Eln contra la Escuela General Santander con un carro bomba. Acabó con la vida de 22 cadetes y dejó 68 heridos.
El presidente Petro convocó para el lunes a la delegación gubernamental que negocia con el Eln y a los delegados de los países garantes para evaluar lo ocurrido y tomar decisiones. El Ministro de Defensa ya anunció que evaluarán si es necesario reactivar los combates. Ojalá hagan valer la institucionalidad, pues la moral de los militares está menguada, y la ciudadanía teme que esa guerrilla continúe con hechos más violentos que llevan a desplazamientos, abusos y muertes. Ya los conoce de sobra el país.
Como lo dijo también el mindefensa, la paz total no puede ser ingenua. Cuando no hay demostraciones entre las partes es mejor levantarse de la mesa y esperar otro momento para iniciar. Empecinarse en sacar una paz total, como sea, para mostrar logros de un gobierno, no es bueno. Muchos son los ejemplos de acuerdos que han sucumbido por falta de cimientos. Como ocurrió con las Farc, que tras desmovilizarse y recibir hasta estatus político, guerristas de esta agrupación crearon las disidencias de las Farc y siguieron delinquiendo.
Mucho tiene que explicar el alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda, que encabeza el proceso con el Eln y fue quien hizo los primeros contactos con esta guerrilla para iniciar diálogos. En el Congreso de la República sectores políticos de oposición piden que deje el cargo. Dura tarea le queda al presidente Petro, al tener que demostrar que es el guardián protector de sus gobernados, el jefe máximo de las Fuerzas Militares, pero también el mandatario que quiere la paz total para Colombia.
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