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La ciclobanda de la avenida Santander en Manizales no puede seguir siendo motivo de discordia entre conductores, ni un problema de ciudad; tampoco un asunto que ponga en la sin salida a la Administración porque no sabe a quién satisfacer. Este espacio lo habilitó el exalcalde Carlos Mario Marín desde el 2020, primero de manera provisional durante la pandemia y terminó instaurándose tras ser señalizado para que los carros y las motos no lo invadieran y quedara como sitio de tránsito seguro para bicicletas. Desde entonces se discute si es lo más técnico para una vía estrecha, en la que confluyen tantos actores viales.

Quitarla fue una promesa de campaña del alcalde Rojas, de la que tuvo que desistir cuando asumió al encontrarse un sector en la ciudad empecinado en defender este espacio incluso por vías judiciales. En el otro extremo están conductores y peatones que consideran antitécnica esta área y prefieren verla en otro lugar más amplio. La Administración diseñó un plan para intervenirla, de manera que se garantice la seguridad de todos los actores. Consiste en reducir 70 centímetros el separador central de la avenida entre Fundadores y El Cable para darle más ancho a los carriles vehiculares y ampliar la banda de bicicletas en unos 20 centímetros.

Podría ser una idea viable para mejorar la falta de espacios, si en su ejecución no pusiera en riesgo al menos unos 242 árboles que hay a lo largo de este trayecto. La situación es que las obras afectarían el anclaje de los árboles, ya que tienen raíces demasiado superficiales que los hacen frágiles a una caída en caso de tener que reducir el espacio, como aseguraron desde el año pasado varios expertos. Pero además esta es una ciudad con muy poca arborización, tan necesaria para mantener el equilibrio ambiental, ecológico y ser un aporte de ornato para los espacios públicos. Por lo que no parece adecuada la propuesta.

Los ciclistas piden señalizar de nuevo esta ciclobanda, que se ha ido borrando con el paso del tiempo y los está exponiendo como usuarios a conductores de otros vehículos que no volvieron a respetarla y la están invadiendo. Lo que se haga en la ciclobanda debe salir de una serie de conversaciones convocadas por el alcalde a las que asistan académicos, gremios, instituciones y organizaciones que representen a los actores viales para decidir con juicio y desde razones técnicas qué es lo más conveniente. Si se vuelve a pintar la raya que se tuvo, se construye una ciclobanda nueva o existe otra idea que no se haya contemplado.

Lo más importante es que no se quede en extensas discusiones, quejas, acusaciones y reclamos, y no haya actuaciones prontas. El alcalde piensa que no tomará una decisión con afán, pero la ciudad necesita resolverlo porque la Santander sigue siendo arteria principal y exige soluciones inmediatas para no exponer a los actores viales. Por lo menos el alcalde Rojas dice estar dispuesto a escuchar y a recibir ayuda ciudadana y eso es muy importante en un gobernante, porque las decisiones para el colectivo se construyen igual, entre todos.