Aumentar el área de conservación es de los mejores regalos que puede recibir Manizales y parte de Caldas pensando en el futuro ambiental del departamento. Es la más potente herramienta para salvaguardar el agua, la flora y la fauna; además de los servicios que estos le aportan a la economía y juntos son una fórmula de competitividad para el territorio. Corpocaldas reveló en dos informes publicados por LA PATRIA que este mes de diciembre presentará a su Consejo Directivo una nueva zona protegida de 22 mil 393 hectáreas que cubre 18 veredas de Manizales, Neira, Aranzazu, Salamina y Marulanda.
El departamento está muy por debajo de lo que ha hecho el resto del Eje Cafetero en esta materia. Solo cuenta con el 5,2% del territorio en áreas de conservación (alrededor de 38 mil hectáreas), cuando la meta global es que el planeta llegue al 30% en el año 2030. Por eso hay que ver con muy buenos ojos la inclusión de esta nueva zona de protección, con la que Caldas aumentará a 7,7% y de paso conformará un importante corredor entre la Reserva Río Blanco en Manizales y el Parque Nacional Natural Los Nevados, permitiendo además la conectividad biológica del último bosque altoandino en Marulanda.
La declaratoria se hará como Distrito Regional de Manejo Integrado en el que nadie pierde. Los sistemas de producción de la zona pueden continuar desde que cumplan y se desarrollen con criterios de sostenibilidad y de conservación. Para ello Corpocaldas tendrá que formular un plan especial de manejo en el que se incluya un trabajo con las comunidades asentadas en estas áreas para que se sumen al objetivo ambiental, reduzcan al máximo los impactos negativos al suelo y se conviertan en aliados. 211 predios privados se incluirán en la declaratoria que está apoyada por entidades nacionales e internacionales.
Es de los mejores pasos que se pueden dar en Caldas, departamento afectado por la deforestación. Según Corpocaldas, de 780 mil hectáreas con que se cuenta, solo 130 mil tienen cobertura boscosa (9% del territorio), sumado al manejo ineficiente del agua en algunas zonas para cultivos agroindustriales y minería. De destacar, la labor que se ha hecho en Manizales con decisiones tomadas desde principios del siglo XX para ampliar sus zonas protegidas para la conservación de las fuentes de agua que surten la ciudad, con un trabajo en la Reserva Forestal Protectora Río Blanco en el páramo de Letras. Allí se hace restauración por núcleos con la siembra de plantas hasta convertirlos en bosque.
El siguiente paso en Caldas es incluir otra zona de unas 20 mil hectáreas que comunicará con el páramo de Sonsón, entre Caldas y Antioquia. En Manizales, este año el Municipio invirtió $3 mil millones para la compra, adquisición del material vegetal y el personal de mantenimiento, monitoreo y custodia de las áreas protegidas. Todos estos esfuerzos, que son el futuro ambiental, en poco tiempo permitirán mostrar resultados y mejorar en los indicadores de competitividad relacionados con la sostenibilidad ambiental y negocios verdes en los que ni Caldas ni Manizales han logrado ocupar buenas posiciones.