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Esta zona del bulevar de Chipre es el cuarto proyecto con resistencias ciudadanas. Ya ocurrió con el bulevar de San Jorge y con el parque de las mascotas en La Enea. Se nota una necesidad de que las iniciativas de obras civiles en la Alcaldía cuenten con mayor énfasis de trabajo social, que vaya más allá de la socialización de los proyectos.
En la avenida Santander, entre Fundadores y el Batallón, por donde pasa la ciclobanda desde el año 2020 hay cuatro colegios, cuatro campus universitarios, dos instituciones de formación técnica, y en estos cinco años no se han presentado hechos contra la seguridad de los estudiantes por tener que compartir con las bicicletas espacios públicos para la movilidad. Esta debería ser una consideración para dirimir las protestas que ya van en una acción popular contra la construcción de una ciclobanda frente a la escuela Julio Zuluaga, que hará parte del bulevar de Chipre.
Es una de las obras que tiene en ejecución la Alcaldía de Manizales, y buscan frenarla por vías jurídicas al considerar que afectaría la seguridad de los peatones; la salubridad pública; los derechos colectivos de niños y adolescentes a tener zonas escolares seguras y al goce del espacio público; la moralidad administrativa, y la previsión de riesgos de siniestros viales. El proyecto contempla disponer de siete metros cuadrados en la esquina de la escuela. Los diseños plantean que la ciclobanda irá por la vía y en este extremo del predio pasaría un canal exclusivo para bicicletas, dejando claro que el andén quedará con la suficiente amplitud para la circulación segura de los peatones.
Se explica además que el área de cargue y descargue del transporte escolar se trasladará para la zona azul a un costado de la institución y en los parqueaderos contiguos, y se conservarán los dos pasos pompeyanos y la cebra para quienes se movilizan a pie. Todo esto priorizando la seguridad de los escolares, porque actualmente transitan sin control ni señalización las bicicletas y el resto de vehículos. Son compromisos que la Administración debe cumplir a cabalidad, sin falta, porque ningún desarrollo en infraestructura debe generar impactos negativos para las personas. Edificar obras tiene que apuntarle a mejorar condiciones y a hacer más amable la transitabilidad para todos. Se espera que esos sean los resultados.
Esta zona del bulevar de Chipre es el cuarto proyecto con resistencias ciudadanas. Ya ocurrió con el bulevar de San Jorge y con el parque de las mascotas en La Enea. Se nota una necesidad de que las iniciativas de obras civiles en la Alcaldía cuenten con mayor énfasis de trabajo social, que vaya más allá de la socialización de los proyectos. La ciudadanía quizás está requiriendo de procesos permanentes de diálogo y de participación desde el inicio de los trabajos hasta su finalización, si es necesario, y frente a eso la Administración debería estar más abierta. Sin embargo, como también lo hemos expresado, hay que diferenciar una petición comunitaria real de los que con intereses políticos movilizan bajo engaños a las personas y así pescar en río revuelto.

El andén en cuestión junto a la escuela Julio Zuluaga tiene un ancho bastante considerable, de manera que reducirlo unos metros para el paso de la ciclobanda debería verse como una manera de hacer educación vial en el propio plantel y a través de la Secretaría de Movilidad con el resto de ciudadanos. Manizales es una ciudad de calles y aceras pequeñas en su mayoría y hay que aprender a compartir espacios para todos los actores viales, como sucede por la avenida Santander.