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El Once Caldas está abusando de su condición como comodatario del estadio Palogrande en Manizales. El diccionario de la Real Academia Española define esta posición como “persona que en el contrato de comodato toma prestada una cosa”. Claramente lo dice, “prestada”, no regalada ni para uso exclusivo del Club. Sin embargo, ha faltado autoridad del alcalde, Carlos Mario Marín, para hacer valer los derechos como comodante en una negociación que existe desde hace cerca de 13 años y que el 14 de septiembre de este año fue prolongada por seis meses más, en medio de críticas de diferentes sectores.
El Club ha sido inferior a los requerimientos de la ciudad con respecto al Palogrande. En una actitud chocante, poco cortés y desatenta no permite, sin su aquiescencia, que nadie use este indispensable escenario deportivo, que es de la ciudad y no hay ningún otro con sus características, por eso se vuelve necesario para ciertos eventos. Se sabe que funge como administrador, pero el estadio es propiedad del Municipio de Manizales y eso lo tiene que tener en cuenta el Once porque convierte dicho espacio en un bien “público”, no privado que tiene unas connotaciones bien diferentes desde lo legal.
A pesar de ello, el Once se negó tajantemente el fin de semana a abrir el estadio para que allí se desarrollara un partido de fútbol con un fin benéfico a favor de la Fundación Santiago Zapata, un adolescente que padece distrofia muscular y busca construir una sede para su organización y esperaba conseguir recursos vía venta de boletería. Estaban convocadas figuras internacionales que jugaron en momentos de gloria con el Blanco, e incluso ya estaban en la ciudad, además de turistas argentinos que llegaron para participar solidariamente de la jornada. Gran vergüenza la que pasamos todos por cuenta de las partes de este comodato, pues el partido no se pudo hacer ni el Municipio hizo prevalecer su posición como propietario y el Once Caldas, palabras más, palabras menos, se hizo el loco con el permiso aduciendo que nunca fue notificado por el Municipio para el uso del escenario, cuando ambos sabían con mucha anterioridad del encuentro.
Tampoco tiene presentación que el alcalde Marín, en una destemplada reacción, haya salido a decir que “ojalá el próximo alcalde pueda organizar este problema que lleva años de soberbia de una gente que cada vez que tiene un problema amenaza con llevarse el equipo de la ciudad”. Un contrato como este no se puede manejar bajo amenazas, mucho menos de un club deportivo que intimida con llevarse el equipo de la ciudad, cuando la Alcaldía ha sido demasiado dadivosa al darle continuidad al comodato con las mismas condiciones, cuando el Once no ha hecho lo que le corresponde en mantenimiento del estadio y lo tiene en una condición deplorable.

El Palogrande fue inaugurado en 1994 y para esa época era de los mejores del país. Fue entregado en comodato al Once Caldas cuando era corporación sin ánimo de lucro, luego en el 2011 pasó a ser sociedad anónima y las cosas empezaron mal porque todo se ha manejado a favor del privado. Cómo estarán las cosas que las directivas del Once se han negado a abrirles en varias ocasiones la cabina a los miembros de la Acord Caldas, asociación de periodistas que tiene un palco asignado en el estadio. Como ocurre en otros países, los estadios son bienes a los que sí se sabe sacar provecho económico, están para ejecutar eventos, con condiciones claro para prevenir daños, pero la solución no es la del Once Caldas, que se abroga facultades y está dejando a la ciudad sin su más importante escenario deportivo. En seis meses se deben cambiar las condiciones con el Palogrande, lo urge la cuidad.