Ronal Rodríguez investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

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Ronal Rodríguez investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

 

Ronal Rodríguez investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, habló con LA PATRIA Radio sobre las próximas elecciones presidenciales en Venezuela este domingo 28 de julio. Esto dijo:  

¿Cuál es el contexto político sobre las elecciones en Venezuela? 

Este es el séptimo proceso electoral que se presenta en el chavismo. Recordemos que primero se dieron unas dinámicas en 1998, 2000, 2006 y 2012, en las cuales participó Hugo Rafael Chávez Frías, que era el líder de la revolución bolivariana. 

En 2013 él fallece, se hace la elección de 2013, se hace la elección de 2018 y ahora nos encontramos en esta elección en 2024. 

¿Cuál es la particularidad? Que en Venezuela se utilizaron precisamente estos certámenes electorales para irle quitando contenido a la democracia. 

Es decir, uno suele pensar que a más elecciones, más democracia, pero el caso venezolano lo que nos enseña es que las elecciones también se pueden convertir en un instrumento para que regímenes no democráticos puedan acceder al poder, pueden ir transformando las reglas del juego para finalmente tratar de quedarse permanentemente en el ejercicio del mismo. Y ahí está la dinámica de esta elección. 

La oposición no va a una elección justa, competitiva y con acompañamiento internacional, todo lo contrario. Una elección que inhabilitó a los principales candidatos de la oposición. Por ejemplo, Enrique Capriles desde un primer momento fue inhabilitado. Hay otros líderes que incluso tienen que estar en el exterior por la dinámica de persecución y la oposición hace unas elecciones primarias en octubre del año pasado. Logra elegir a María Corina Machado con más del 93% de los votos como la candidata de la oposición, pero queda inhabilitada por la Contraloría venezolana y la oposición aparentemente se queda sin candidato con la inhabilitación.

Pero ¿qué hace la oposición? Presenta a la profesora María Corina Lloris, a la cual no se le permite inscribirse el día en el cual se cerraban las postulaciones y finalmente termina un candidato que era un candidato de un partido que había utilizado la oposición en unas elecciones durante diferentes contiendas electorales. 

Era un partido que tampoco le interesaba al chavismo, que ni siquiera se había tomado el trabajo de secuestrar su tarjeta, como sí lo hizo con Acción Democrática, con Primero Justicia, con Voluntad Popular, con COPEI, que son los otros partidos de oposición. 

A este partido no le habían secuestrado la tarjeta. Entra este candidato, mientras se podía decidir en la oposición quién iba a ser el candidato final. El gobierno no permite que haya esa transición de candidato y Edmundo González Urrutia, un desconocido en la vida pública venezolana, termina siendo el candidato que el próximo domingo enfrentará a Nicolás Maduro en las elecciones.

Pero a pesar de ser una elección no competitiva donde no se han tenido reglas claras de juego, la oposición cuenta con la mayoría de la vocación y del acompañamiento de la población venezolana y por primera vez en 25 años los números de las encuestas previas al elemento electoral le dan unas diferencias que puede variar entre los 30 a los 10 puntos del candidato de la oposición frente al candidato de gobierno que es Nicolás Maduro, que va por su tercer periodo de gobierno, su segunda reelección.

 

¿Qué cree que pueda pasar? ¿Cuál es su análisis con respecto a estas elecciones?

Soy un poco más escéptico. Reconozco que la oposición está haciendo un ejercicio que además es muy llamativo y que podría convertirse en un ejemplo para países que están en regímenes no democráticos de cómo derribar autoritarismos a partir de la participación electoral. 

Sin embargo, no podemos descontar que el régimen de Nicolás Maduro es una dictadura y que las dictaduras hacen cosas de dictaduras. Si no fuera así, el régimen no permitiría la elección. 

Es decir, el régimen está convencido de que va a ganar. ¿Por qué? Porque ha evitado que, por ejemplo, 4 millones y medio de venezolanos que hacen parte de estos 7,7 millones de venezolanos que están en la diáspora puedan participar. 

Hay 4 millones y medio que tienen derechos políticos para participar, pero se bloqueó su participación. Solamente se permite la participación de poco más de 60 mil. 

En el caso colombiano, puntualmente, donde tenemos más de 2 millones 813 mil migrantes venezolanos solamente van a poder votar 7.010 ciudadanos. Es el 0,25%. Ni siquiera es el 1% de la población venezolana que está en nuestro país. 

Eso genera que ante esa no participación en su gran mayoría, muy seguramente de opositores declarados o de gente que ha simpatizado en diferentes momentos con la oposición, el régimen sienta que tiene la ventaja de su lado. 

Los números duros del régimen dicen que en la elección que más sacó la oposición logró 7 millones. Si les quitamos 3,4 millones, estamos hablando de que quedan 3 o 4 millones dentro de Venezuela. Y aparte de eso,  hay un montón de trampas. 

Han cambiado los puestos de votación, han cambiado los nombres de los colegios, han generado que en aquellos puestos donde vota la oposición, ese puesto de votación que antes tenía 40 mesas, ahora tenga una sola. 

Están haciendo todas las trampas necesarias para tratar de ganar. Sin embargo, y en esto quiero ser claro, por primera vez hay una ventana muy pequeña, pero hay una ventana para que la oposición pueda transformar la situación en Venezuela. 

Lo importante es que esto devenga, independientemente del resultado o si el gobierno gana o si gana la oposición y no la reconocen, independientemente del resultado, lo que ya debe generar esta situación donde hay una mayoría de venezolanos que está claramente en contra de la continuidad de Nicolás Maduro es que ocurra una negociación y tenemos 166 días entre el evento electoral del próximo domingo y la posesión el 10 de enero en Venezuela para que esa negociación se dé. 

El camino contrario es que por primera vez también es posible que la situación pase de un conflicto político a un conflicto violento y tristemente esta es una realidad que también está sobre la mesa.

 

¿Cómo ve las posibilidades de negociación? 

Esta negociación implicaría que se diera una transición a la democracia. ¿Cuál es el problema de ganar la presidencia en el caso de que la oposición ganara? que el resto de los poderes fácticos en Venezuela están en manos del oficialismo. 

Me explico: En Venezuela hay cinco poderes, el poder ejecutivo, legislativo y judicial, como en la mayoría de los países y como ocurre en Colombia y se suman el poder electoral y el poder ciudadano. 

De esos poderes, el Gobierno maneja cuatro de esos poderes. A la victoria opositora y a la vuelta de dos años quitaron la Asamblea Nacional y crearon la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro que invalidó las labores del Congreso. 

Entonces el régimen ya lo ha hecho en el pasado. A esos poderes que son los poderes del Estado tenemos que sumar otros poderes fácticos como por ejemplo los boliburgueses. Aquellas personas que se han enriquecido con la tragedia de los venezolanos, que han llevado productos, pero que los venden a unos precios absolutamente altos. 

Que han hecho de la escasez un negocio y que tienen profundos intereses en que continúe gobernando Nicolás Maduro. 

Están los grupos al margen de la ley, grupos guerrilleros colombianos tipo ELN, disidencias de las FARC, las dos principales están en territorio venezolano, grupos de organizaciones criminales venezolanas que han hecho de Venezuela un santuario de los negocios ilegales. 

Todos esos grupos tienen interés de que continúe el estatus quo que les ha permitido crecer, fortalecerse, acceder a rentas y negocios. 

Y obviamente también está el poder fáctico de los militares, que en Venezuela son una parte fundamental de la ecuación y que no se puede gobernar sin ellos. 

En ese orden de ideas, la situación es muy compleja porque una negociación debe incluir todas esas variables para tratar de que todos esos intereses en un momento determinado decidan ir en la construcción de un proceso que permita recuperar la democracia y eso significa tragarse muchos sapos, hacer muchas dinámicas de perdón y olvido o perdón y justicia, que ahí está uno de los debates más grandes. 

Y por el otro lado, en el caso de la población que está en el exterior y que debe haber participado, lo que hemos notado en esta campaña particularmente es que el régimen está bloqueando completamente la participación de los venezolanos en el exterior y tratando de limitar por todos los medios posibles antes de la elección, durante la elección, a que la oposición pueda expresarse en las urnas.

Los socios del régimen de Nicolás Maduro como Rusia, China,  Cuba e Irán, ¿cómo están en este momento frente a toda esta elección?

La situación es bastante compleja porque el aislamiento que se hizo en Occidente contra el régimen de Maduro paradójicamente terminó poniendo a Venezuela en función de los intereses de potencias extracontinentales, Rusia, China, Irán, Turquía, que pocas veces se dice, pero Turquía tiene un papel muy importante en Venezuela. 

Son países que encontraron en un Maduro debilitado, carente de cooperación y ayuda por parte de Occidente, una presa fácil para poder implantar sus intereses sobre Venezuela. 

Ellos no son amigos y aliados, son países y actores que quieren poder sacar provecho de la debilidad de un régimen como el de Nicolás Maduro. Y así lo han venido haciendo al punto que el régimen de Nicolás Maduro, por ejemplo, no hace ningún ejercicio de transparencia para mostrar cuáles son los acuerdos, convenios en diferentes materias, desde la militar hasta los negocios del Estado que se tiene con estos países. 

En caso de que hipotéticamente gane la oposición en Venezuela qué escenario prevé? 

Este caso es muy llamativo porque es la primera vez que la situación en Venezuela puede pasar de un conflicto político, a un conflicto violento y en eso quiero ser claro.

 La sociedad venezolana es mucho más pacífica que la colombiana. Los venezolanos prefirieron salir de su país antes de terminar en una guerra civil o que la situación desencadenara en una crisis de violencia. 

La violencia que hay es violencia institucional por parte del Estado. No porque la oposición tenga grupos. 

Los supuestos ataques terroristas que plantea el oficialismo siempre dejan un manto de duda porque nunca se muestran pruebas ni se llega a ninguna conclusión real respecto a las investigaciones que supuestamente está encabezando el régimen. 

La realidad es que en este momento la apuesta está subiendo por los dos lados. Es decir, todos hemos escuchado las declaraciones de Nicolás Maduro en los últimos cuatro o cinco días, en las cuales ha sido absolutamente claro en amenazar de que si él no gana puede llegar a desencadenarse una situación violenta. 

Pero también la oposición en 2013, según los datos que ellos tenían, Enrique Capriles ganó la elección. Recordemos que la diferencia fue por algo más de 226 mil votos y ellos en sus datos de testigos, boca de urna, el trabajo que hicieron de acompañamiento tenían la victoria. 

En ese momento, Enrique Capriles tuvo que tomar la decisión de si sacaba el pueblo a reclamar esa victoria o si por el contrario aceptaba un proceso de impugnaciones a través de los instrumentos controlados por el oficialismo. Finalmente, como sabemos, esos instrumentos no prosperaron, pero Enrique Capriles tomó la decisión de no sacar la gente a la calle porque eran mitad y mitad y eso significaba un baño de sangre y el poder de fuego lo tenía el oficialismo. 

Hoy el poder de fuego lo tiene el oficialismo, pero ya no son mitad de mitad. 

La mayoría de los venezolanos están del lado de la oposición y eso genera una incertidumbre, porque si ustedes revisan todos los mensajes de la oposición dicen: Vamos a ganar y vamos a cobrar. 

Y por eso el Gobierno también responde con las amenazas de una violencia para las potencias extracontinentales. 

Muy seguramente algunas de ellas incluso tendrían interés en que la situación se descontrolara, se convirtiera en una dinámica compleja.

Porque un enfrentamiento entre venezolanos lo primero que causaría sería un desplazamiento masivo de población venezolana de migrantes, lo cual tendría un impacto muy fuerte, por ejemplo, en Colombia y en los Estados Unidos, que son países receptores de la migración. 

Generaría un nuevo teatro de operaciones para los Estados Unidos en la esfera occidental. No es porque los rusos vengan a apoyar a Venezuela porque realmente Rusia no tiene la capacidad para tener dos frentes de guerra abiertos. 

La realidad es que esa desestabilización de Venezuela puede distraer la atención de Estados Unidos, puede generarle complicaciones a Occidente y obviamente eso jugaría en favor de los intereses que tienen los rusos en Ucrania. 

Entonces hay que evitarlo y de hecho los países de la región tenemos que evitar que la situación en Venezuela devenga en un baño de sangre. 

 

¿Cuáles son los efectos directos con Colombia? 

Tenemos que entender que Colombia y Venezuela, más que países hermanos, son países profundamente vinculados. 

Hoy, como nunca antes, Colombia y Venezuela tienen profundos lazos. Todavía nuestro país, donde está la gran parte de nuestra diáspora, es Venezuela. 

Es decir, todavía tenemos muchos colombianos en territorio venezolano y Colombia se ha convertido en el principal receptor de la migración venezolana. 

A eso hay que sumar que si en Venezuela no se logra hacer una transición a la democracia, va a ser imposible que nosotros logremos construir la paz. 

Porque los actores al margen de la ley siempre van a utilizar la frontera como frontera de retaguardia y escalar las dinámicas del conflicto en territorio colombiano. 

Entonces, esta interdependencia, esos 2 mil 219 kilómetros de frontera que hay entre Colombia y Venezuela no nos separan, nos unen.

Y los problemas de un país son los problemas del otro. 

Lo que suceda en Venezuela durante las próximas días, va a tener un impacto directo en Colombia. 

Incluso yo soy muy crítico frente a la figura del presidente Petro, porque el presidente Petro ante esta situación, que es la situación más grave en la región, debería estar en Colombia y no en París, tratando de generar una respuesta coordinada con gobiernos de izquierda progresista, hablar con Brasil, hablar con México, para convencer al régimen venezolano de que no haya una escalada de violencia. Para evitar que ese escenario se materialice.

Las consecuencias de lo que pasa en Venezuela, en los 166 días hasta el 10 de enero, vamos a ver flujos migratorios en dirección a Colombia por la dinámica e inestabilidad que va a presentar el hermano país.

 

Escuche la entrevista completa aquí: 


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