El Colombiano | LA PATRIA | Medellín
Sus genes influyen en todo, desde el color de los ojos hasta el riesgo de una enfermedad.
Desde hace poco tiempo se sabe que también hacen parte de los factores que determinan la colección de bacterias que recubren su intestino. Esto lo confirma el Proyecto Microbioma Humano (HMP por sus siglas en inglés) del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.
Los microorganismos, sobre todo las bacterias que habitan en el sistema digestivo, se conocen como microbiota intestinal. Se les llama microbios en sentido despectivo, como si solo representaran una amenaza, a pesar de que a principios del siglo XX ya se empezó a hablar de bacterias buenas.
Según Carmen Peláez, autora del libro La microbiota intestinal (2017), estos mocroorganismos son los encargados de cooperar con el mecanismo de defensa a las enfermedades, de digerir componentes de la dieta e incluso del desarrollo neurológico. Lo positivo, agrega Peláez, es que esta puede modularse a través de la dieta y el estilo de vida.
Protección
Por esto afinar la microbiota, que se plantea más sencillo, en lugar de los genes mismos, podría ser una forma de tratar enfermedades hereditarias y tal vez incluso proteger contra la obesidad, de acuerdo a un estudio publicado en el 2014 en la revista científica Cell.
Los investigadores del proyecto HPM aseguran que la microbiota más importante se obtiene del entorno: la primera colonización sucede en el útero, antes de recibir una dosis gigante al nacer. A lo largo de la vida, todo, desde el aire que respira y el lugar en el que vive, hasta su dieta y el consumo de medicamentos pueden influir en ella.
Antes del análisis del HMP, los microbios humanos permanecieron en gran parte sin estudiar. Su influencia sobre el desarrollo humano, la fisiología, la inmunidad y la nutrición era casi en su totalidad, desconocida.
Cómo cuidarse
Ahora se sabe que un desequilibrio de las bacterias intestinales se relaciona con todo tipo de problemas, desde la obesidad y la diabetes hasta las enfermedades del corazón y la demencia.
Entonces, ¿cómo se cuida la microbiota? Así:
1. No se bañe tanto
Eliminar la grasa del cuerpo puede ser más perjudicial que benéfico. Lavarse todo el cuerpo con muchos productos de limpieza no es recomendable. “Esto puede cambiar las bacterias propias y abrirle paso a otras diferentes”, anota el dermatólogo Carlos Montealegre. Eso sí, humedézcase con una crema hidratante luego de la ducha.
Además, según dijo Elizabeth Grice en un comunicado de la Universidad de Pennsylvania sobre un estudio publicado en Trends Microbiology en 2016, las bacterias inofensivas en la piel ayudan a formar una barrera física contra los microbios que son potencialmente dañinos: “Nos protegen, educan al sistema inmune, modulan la respuesta inmune e inflamatoria y no permiten bacterias patógenas u oportunistas”.
Para Montealegre, la microbiota reside principalmente en el intestino, pero se conecta con toda la demás, incluida la de la piel. Entonces afectar la que habita en la epidermis termina alterando el equilibrio de todo el organismo.
2. Dele vegetales
Hace cuatro años el investigador Jop de Vrieze, científico holandés y periodista en biomedicina, le pidió ayuda a Willem de Vos en la Universidad de Wageningen en los Países Bajos para organizar un pequeño experimento, según narra en la revista New Scientist.
Durante cuatro semanas siguió cuatro dietas consecutivas.
Primera: Comió como de costumbre: un poco de todo.
Segunda: Tuvo una dieta vegetariana
Tercera: Comió carne y almidón, pero no frutas ni verduras.
Cuarta: Volvió a su dieta habitual, pero le agregó yogur probiótico a cada comida.
Al final de cada semana tomó una muestra de heces y así de Vos y su equipo analizaron los fragmentos de ADN microbiano que contenían.
De Vrieze cuenta en su artículo que los cambios dietéticos cambiaron un poco su microbioma intestinal. “La dieta puede alterar la composición del microbioma en solo unos pocos días. Mis microbios recibieron un golpe cuando cambié mi dieta normal, pero el cambio más interesante vino cuando abandoné las frutas y verduras. Durante mi semana carnosa, disminuyeron las poblaciones de ciertas especies que reducen la inflamación, incluidas las especies Clostridium y Prevotella. Al mismo tiempo, otras como las Bacteroides, florecieron para tomar su lugar”.
Estas últimas -las Bacteroides-, concluye de Vos en el estudio que publicó con sus colegas en New England Journal of Medicine en 2013, son típicos de las dietas occidentales, que tienen un alto contenido de proteína animal y grasas saturadas, y algunos estudios la han relacionado con la obesidad.
3. Antibióticos, con cautela
Estas drogas no solo matan los patógenos, sino que eliminan la mayor parte del microbioma. Nada golpea las poblaciones intestinales como estos medicamentos.
Tomar probióticos junto con antibióticos puede ayudar. Las bacterias del ácido láctico en este tipo de yogures no reemplazan a todas las especies erradicadas, pero pueden vencer o matar a los patógenos oportunistas que avanzan para tomar su lugar. También pueden ayudar a digerir la lactosa, estimular al sistema inmune y fortalecer la barrera intestinal.
4. Dejarlos desde bebé
Esta es una recomendación que solo pueden atender los padres con sus hijos.
1. Se encontró que los menores de un mes, nacidos por cesárea tienen menos bacterias “buenas” y más dañinas en sus intestinos, como el Clostridium difficile, que causa diarrea.
2. Los infantes alimentados con fórmula tenían un mayor número de C. difficile y E. Coli, que también causan condiciones intestinales graves. Según un metaanálisis publicado en Plos One en el 2014, los nacidos por cesárea también son más propensos a desarrollar una variedad de afecciones, como asma, diabetes tipo 1 y obesidad. Aún no está claro si esto se debe a un microbioma diferente u otros factores de confusión como la obesidad materna o el nacimiento prematuro.
Afecta mente y cuerpo
Senaka Ranadheera, Investigador U. de Victoria.
“El tracto gastrointestinal humano alberga trillones de microorganismos, que constan de hasta mil especies bacterianas diferentes. Estas, conocidas colectivamente como la microbiota intestinal, realizan una serie de funciones vitales en el cuerpo: se defienden contra los patógenos, ayudan en la digestión y la absorción de nutrientes, producen vitaminas (K y B) y estimulan el sistema inmunológico.
La microbiota intestinal tiene el potencial de influir en el desarrollo y el comportamiento del cerebro. Nuestro intestino y el sistema nervioso central se comunican entre sí mediante la liberación de moléculas de señalización. Su composición es única para cada individuo (incluso gemelos idénticos) y puede verse afectada por muchos factores como la dieta, las enfermedades y el envejecimiento”.
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