Cada vez hay más evidencia científica sobre la conexión entre el sistema gastrointestinal y el estado de ánimo y como pacientes con condiciones de salud mental, tienen implicaciones en lo intestinal.

La fisiatra Natalia Valencia Gutiérrez, experta en dolor, explicó cómo el intestino influye en trastornos como la ansiedad, la depresión y hasta el desarrollo emocional de los niños. Además, compartió recomendaciones prácticas para mejorar la salud digestiva y mental desde la alimentación y el autocuidado.

"La ciencia ha descubierto que el intestino no solo se encarga de procesar los alimentos, sino que también participa activamente en la regulación emocional. Tiene millones de neuronas conectadas al sistema nervioso central", precisó la profesional.

Ella contó que allí se produce el 90% de la serotonina, el neurotransmisor que regula el estado de ánimo. Esto significa que un intestino que funciona bien puede contribuir a una mente estable y tranquila.

En contexto

La experta con formación en la Universidad de Caldas y la de La Sabana respondió:

- ¿Cómo afecta el mal funcionamiento intestinal a la salud mental?

Cuando una persona sufre de afecciones como colon irritable, estreñimiento o inflamación intestinal crónica, se reduce la producción de neurotransmisores como la serotonina. Esto puede derivar en síntomas emocionales como ansiedad o tristeza persistente. Además, el nervio vago —que conecta el intestino con el cerebro— transmite información entre ambos sistemas. Si este nervio está afectado, puede alterar el equilibrio entre el sistema nervioso simpático (que activa el cuerpo en momentos de estrés) y el parasimpático (que lo relaja).

- ¿Qué síntomas emocionales pueden relacionarse con el sistema digestivo?

Sensaciones como el vacío en el estómago, los presentimientos sin causa clara o el malestar generalizado, muchas veces se originan en un intestino alterado. Cuando estamos ansiosos, el cuerpo activa el sistema simpático y esa respuesta puede sentirse directamente en la zona abdominal.

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- ¿Esta relación afecta por igual a personas de todas las edades?

No. En los niños cada vez se detectan más problemas gastrointestinales, como el estreñimiento, debido a malos hábitos alimenticios o problemas con la masticación. Esto, a su vez, puede traducirse en estados de ánimo bajos, hiperactividad o tristeza, aunque todavía no se clasifiquen como depresión.

En los adultos, las emociones acumuladas, como el estrés, los apegos o las relaciones difíciles, también pueden somatizarse a través del intestino. No solo estamos hablando de malestar digestivo, sino de consecuencias mayores como el cáncer de colon, cuando el tránsito emocional y físico se ve comprometido.

- ¿Qué recomendaciones ofrece para cuidar esta conexión intestino-cerebro?

Sería ideal reducir el consumo de gluten. Pan, tostadas, galletas y otros productos con trigo pueden inflamar el colon y empeorar los síntomas digestivos. También serviría el disminuir los lácteos: es que tienen efectos inflamatorios en personas con sensibilidad intestinal.

Consumir chucrut, kéfir y otros fermentados ayudan a mantener una flora intestinal saludable. Agregar germinados a las preparaciones sería ideal. Son fáciles de incorporar en ensaladas y mejoran la diversidad bacteriana del intestino.

No se puede olvidar el hacer actividad física con regularidad. El movimiento mejora el tránsito intestinal y contribuye a la estabilidad emocional; además de practicar la respiración consciente o la meditación. Dedicar al menos 15 minutos diarios ayuda a procesar las emociones y a regular el sistema nervioso.

- ¿Cuál es la importancia del manejo emocional en este contexto?

Las emociones que no se expresan o procesan correctamente también afectan el cuerpo. Hay muchas personas que no saben reconocer ni gestionar sus estados emocionales, lo que impacta directamente en el sistema digestivo. La mente y el cuerpo no están separados. Un intestino enfermo puede generar una mente triste y una mente cargada de estrés puede inflamar el intestino.

- ¿Cuáles son los primeros pasos para alguien que se siente afectado en ambas áreas?

Ajustar la alimentación, priorizar el descanso, mantener la actividad física y buscar espacios de meditación o apoyo emocional es lo esencial. Cada vez más, las nuevas investigaciones han permitido entender el cuerpo como un sistema integrado. Ya no se puede hablar de salud mental sin considerar la alimentación y el intestino, ni se puede hablar de salud física sin considerar el impacto emocional.

Foto | Cortesía | LA PATRIA

"El estrés puede generar enfermedades digestivas crónicas": Natalia Valencia Gutiérrez.

Visión global

La salud mental es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), "un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad".

La entidad reconoce que factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental.

"La exposición a circunstancias sociales, económicas, geopolíticas y ambientales desfavorables, como la pobreza, la violencia, la desigualdad y la degradación del medio ambiente, también aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental".

La salud mental es parte fundamental del bienestar que sustenta las capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos.

"Esta es, además, un derecho humano fundamental y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Es más que la mera ausencia de trastornos mentales".

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