Fotos | Diego Alejandro Gutiérrez Villamil de UNAL | LA PATRIA
Científicos probaron que una hormona obtenida de flores actuaría como escudo protector manteniendo el crecimiento y las hojas incluso en plena temporada invernal.
El tomate de árbol, un cultivo clave en las zonas montañosas de Boyacá, Cundinamarca y Antioquia, enfrenta una amenaza silenciosa pero devastadora: el exceso de agua en épocas de invierno.
De acuerdo con la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Colombia produce más de 150.000 toneladas de este fruto al año, y una buena parte proviene del altiplano boyacense.
Sin embargo, las lluvias intensas, acentuadas por fenómenos como La Niña, provocan inundaciones que asfixian las raíces, reducen la fotosíntesis y pueden generar pérdidas de hasta 90 % de los cultivos, afectando el sustento de cientos de familias campesinas.
Investigadores desarrollan solución con base en hormona vegetal
En respuesta a este problema, una investigación liderada por Diego Alejandro Gutiérrez Villamil, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), exploró el uso de una hormona vegetal llamada brasinoesteroides como posible solución para proteger el tomate de árbol del exceso de agua.
“Con solo cuatro días de inundación, la planta empieza a colapsar, y después de ese momento el daño es irreversible”, explicó Gutiérrez, tras comprobarlo en un experimento de campo en Tunja.
El estudio, dirigido por los docentes Helber Enrique Balaguera López y Óscar Humberto Alvarado Sanabria, también de la UNAL, consistió en aplicar brasinoesteroides en las hojas de las plantas antes y después de someterlas a condiciones de encharcamiento.
¿Qué son los brasinoesteroides y cómo ayudan?
Los brasinoesteroides son hormonas naturales presentes en diversas plantas y flores. Aunque su concentración en la naturaleza es baja, tienen un impacto significativo en la regulación del crecimiento vegetal. Al aplicarlas de forma externa, los investigadores observaron que las plantas tratadas:
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Mantuvieron sus hojas verdes.
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Conservaron la clorofila.
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Continuaron haciendo fotosíntesis.
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Produjeron prolina, un aminoácido que actúa como mecanismo de defensa.
“Fue como darle un flotador a un nadador que lucha contra la corriente: el río sigue caudaloso, pero al menos tiene la oportunidad de llegar a la orilla”, expresó el investigador.
Resultados prometedores y próximos desafíos
Aunque los resultados fueron alentadores, los científicos advierten que la hormona no es una solución mágica. Todavía se deben realizar ensayos para probar su efectividad directamente en las raíces, donde el riesgo de dilución en el suelo es alto.
Además, el uso incorrecto de estas sustancias podría generar efectos negativos en las plantas. “Los brasinoesteroides no afectan la salud humana, pero en concentraciones muy altas pueden frenar el crecimiento de la planta”, advirtió Gutiérrez.
Por ello, uno de los aportes del estudio es que ofrece una guía técnica precisa para que los agricultores puedan utilizar estas hormonas correctamente: en dosis adecuadas y en el momento oportuno.

Encuentran salvación para miles de hectáreas sembradas en tomate de árbol: resistirán lluvias e inundaciones.
Un cultivo con impacto económico y cultural
Además de su importancia alimentaria en los hogares colombianos, el tomate de árbol tiene proyección internacional. En 2022, Colombia exportó este fruto a países como Países Bajos, Canadá, Bélgica y Rusia, lo que demuestra su potencial en los mercados globales.
Aun así, es una especie vulnerable al cambio climático, ya que enfrenta periodos irregulares de lluvias y sequías prolongadas, condiciones que ponen en riesgo su estabilidad productiva.
Adaptación agrícola: combinar saber ancestral y ciencia
Hoy en día, los campesinos siguen utilizando técnicas tradicionales como las zanjas para drenar el agua. Pero este método no siempre es efectivo. La investigación de la UNAL ofrece una alternativa basada en la ciencia para mejorar la resiliencia agrícola frente a los eventos climáticos extremos.
“El estudio es una guía para que los agricultores usen las hormonas de manera correcta y no improvisen con dosis que pueden perjudicar sus cultivos”, concluyó Gutiérrez.
* Esta información se elaboró en colaboración con la Agencia de Noticias de la UNAL.
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