Gloria Ureña lidera a las madres buscadoras en el Magdalena Medio y el oriente caldense.

Fotos | Cortesía | LA PATRIA

Gloria Ureña lidera a las madres buscadoras en el Magdalena Medio y el oriente caldense.

Autor

LA PATRIA | MANIZALES

Tres tipos armados que se movilizaban en un carro verde oscuro secuestraron el 10 de febrero del 2001 a José Andrés López Ureña, un joven de 16 años que soñaba con salir adelante, progresar y darle una mejor calidad de vida a su madre, quien, como mamá soltera, tuvo que levantar a cuatro hijos.

El carro verde se convirtió en símbolo de terror en La Dorada, en la época que los paramilitares de alias Ramón Isaza andaban por allí a sus anchas. Quien lo viera, sabía que iban por algún muchacho al que querían reclutar o asesinar. Ahí lo subieron, a tres cuadras de su casa en el Parque de Los Novios.

Su progenitora, Gloria Ureña, lleva 22 años en su búsqueda. Eso no solo la llevó a ver la cara de la muerte, sino a llenarse del valor que solo quien ha perdido un hijo entenderá. Hoy, luego de una extensa búsqueda, encontró en esa tediosa labor la motivación para ayudar a otras mujeres a encontrar a sus seres queridos.

José Andrés López Ureña desapareció en febrero del 2001.

"La Policía dijo que no se podía hacer nada"

Negarse a pertenecer a las Autodefensas del Magdalena Medio le puso una diana en la frente a José Andrés. Él quería seguir estudiando, pero los paramilitares tenían otros planes ante su negativa. Eran las 8:00 de la noche y el joven caminaba con su novia, cuando los abordaron tres sujetos en el carro verde, los golpearon y se lo llevaron a él.

"No pudimos hacer nada porque acá, ellos hacían y deshacían con lo que les daba la gana. Se puso la denuncia apenas a los tres días que la recibieron. Busqué a las autoridades, avisé que era un Mitsubishi y la Policía dijo que no se podía hacer nada, que había que esperar 72 horas para empezar la búsqueda y luego no se hizo nada", recuerda Gloria.

La angustia y el desespero se apoderaron de ella, no se quiso quedar de brazos cruzados y buscó a su hijo durante la que consideró una noche larga e intensa. Al otro día siguió en su infructuosa labor, y a medida que recorría La Dorada se iba dando cuenta que otros muchachos del barrio Las Ferias corrieron con la misma suerte.

La pista era que los paras se lo llevaban para el sector de Los Talleres en el barrio Japón. Iba en comitiva con tres motos y los acompañó el conductor de una funeraria, quien les explicó a los sujetos que recogería unos cuerpos de los que le habían avisado, pero en un punto ya no pudieron avanzar, los amenazaron y no les quisieron dar razón.

Gloria se resistió a irse y se bajó del carro: "Me abalancé sobre uno de ellos, sabía que había cogido a mi hijo, quería saber si estaba vivo o qué podía hacer para que me lo entregaran. Me dijeron que estaba equivocada y que había cogido para otro lado".

Sabía que el Indio o Cejas, Maleta y el negro Velandia iban en ese carro verde, pero los sujetos guardaron silencio. Se fue angustiada, se encomendó a Dios y esperó eternos tres días para denunciar. La única respuesta de la Fiscalía fue que si encontraban a alguien muerto le avisaban. El aviso nunca llegó ni ha llegado.

Gloria evoca el carro verde, lo llegó a ver, siempre lo tenía presente. Unos 15 días después de que raptaron a su hijo los vio pasar frente a su casa y a dos cuadras cogieron a un muchacho y lo mataron a los pies de la mamá.

Las madres buscadoras del Magdalena se convirtieron en el símbolo de las familias que siguen tras el rastro de sus desaparecidos en medio del conflicto armado en Colombia. Gloria Ureña (de blanco) lleva 22 años tras el rastro de su hijo, José Andrés, a quien secuestraron las Autodefensas del Magdalena por no quererse unir a sus filas.

Ocho meses después

A los ocho meses de la desaparición de José Andrés, la mujer fue hasta la finca donde estaba 'Ramón Isaza' en la vía a Norcasia. Se fue en compañía de las familias de otros tres jóvenes desaparecidos esa noche.

Le preguntó por el adolescente, le dio los nombres de sus secuestradores, pero le respondió que él no había dado la orden y no estaba reclutando gente para trabajar con él. Todos le suplicaron que les dijera si los habían asesinado y en dónde estaban para darles cristiana sepultura. No hubo respuesta.

"En febrero del 2024 va a completar 23 años desaparecido y no he podido tener razón. Poco se ha dicho en las audiencias, uno de ellos llamado William dijo que se hacía responsable de la desaparición y que mi hijo de pronto estaba muerto, porque le dijeron, todo por no querer irse para las filas", explica Gloria.

Supo además que al muchacho lo amarraron a un palo, le dispararon en una pierna y lo amenazaron con quitarle la vida o tenía la opción de matar a su hermano mayor. En ese momento, al delincuente lo enviaron a hacer otro trabajo y al regreso, indicó, ya no encontró a José Andrés.

Al parecer, alias Cejas a quien conocían como el motosierrista, "lo había vuelto trizas y lo tiró al Magdalena". Siempre ha querido ver de frente a los asesinos y preguntarles por qué. Sin embargo, todo ha sido a través de pantallas, aunque a veces piensa que es mejor así.

Así se lavaron las manos, sabían que contando las cosas iban a obtener una rebaja de pena. Como con muchas víctimas, atinaron a decir que su destino fueron el Magdalena, Doña Juana y La Miel porque sabían que era más difícil encontrar los cuerpos.

La búsqueda no ha cesado, la esperanza de encontrarlos vivos o muertos tampoco. Esperan que por los ríos que descendieron y terminaron orillados, y enterrados en cementerios como no identificados se logren identificar.

"A pesar de los años, se guarda la esperanza. Se han recuperado restos y lo ponen a uno a pensar si ahí están los familiares, pero es un proceso largo. Se hace eterno esperando que hagan las pruebas. Con la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas y de las organizaciones sociales nos hemos apoyado unos con otros para tener fortaleza y seguir", menciona esta madre buscadora.

En ese proceso tuvo que sacar de La Dorada a su otro hijo, que apenas tenía 18 años. Se fue a vivir a otra región y hacerse su vida solo, con el dolor de la pérdida de su hermano y amenazado. Fueron 11 años desplazado.

José Andrés estudiaba en el Politécnico por las mañanas y en las tardes se dedicaba a trabajar en lo que encontrara para colaborar en la casa, en donde pasaban por situaciones difíciles. A ella no le alcanzaba con lo que hacía y sus muchachos eran el soporte. Llegó a esperar que por lo menos lo hubieran reclutado y todo este tiempo, la espera ha sido en vano.

La negativa

¿Cuál fue la negativa del joven para pertenecer a las Auc? Al parecer, un día, alias Cejas los detuvo a él y a otros compañeros para que se unieran a sus filas. El muchacho fue tajante y le respondió que no se iría a matar gente.

Fue en el 2012 cuando Gloria dio primero con una entidad en Bogotá conocida como Familiares Colombia, quienes fueron los primeros en colaborarle en la búsqueda y ver si en la Unidad de Víctimas se movían. Posteriormente fueron apareciendo el Centro de estudios sobre conflicto, violencia y convivencia (Cedat) y el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice).

"Tenemos mucha esperanza y fe de que entre los restos hallados puedan estar los de nosotros. Sigo en esta lucha, no encuentro a mi hijo, pero encontraré a otras personas, lograré que otros familiares se sientan por lo menos satisfechos por encontrar sus huesos", destaca la valiente madre.

¿Teme por lo que puedan hacerle? Rotundamente no. Dice que nunca se ha ocultado y si Dios la tiene para encontrar a su hijo, lo podrá hacer. Con el daño que estos criminales le han hecho, no le pueden causar uno peor, y hasta que el creador se acuerde de ella seguirá en esa lucha, buscando y ayudando.

"El dolor de madre es más grande que cualquier otro cuando le arrancan un hijo", sentencia.

Gloria es actualmente lideresa de la Organización de Mujeres Buscadoras de sus Seres Queridos y miembro del Movice capítulo Caldas.

Un 2023 sin apoyo significativo

Leo Ricardo García Sierra es el secretario técnico del Movice en Caldas. Para él, aunque se desarrollaron distintas acciones de alta incidencia en la búsqueda de personas desaparecidas, fue mayormente con el apoyo del Gobierno nacional, porque a nivel local y regional hubo poca participación.

En julio se llevó a cabo la primera entrega digna de una víctima, un comunero de la comunidad La Herradura, en Riosucio. Se solicitó apoyo a la Gobernación, pero tener un enlace ha sido complicado. En últimas se realizó un aporte económico para brindar alimentación a quienes participaron en ese proceso y la Alcaldía aportó un osario.

Y pare de contar. García Sierra dice que se debía contar con más depósitos en el cementerio San Nicolás, en el resguardo de San Lorenzo y también realizar unas obras de canalización vitales para poderlos construir y, al sol de hoy, los avances son pocos.

Añade que la solicitud se efectuó en Samaná a mediados de septiembre del 2021, con el objetivo de intervenir el osario común, pues aunque se destaca la buena disposición de las parroquias por manejarlos, las administraciones locales no han sido responsables.

"Se exhumaban cuerpos de personas que cumplían el periodo de cinco años y se llevaban a la fosa común. Estos, junto con personas dadas por desaparecidas y hay una cantidad impresionante de cuerpos identificados y no identificados, lo que alertó a la magistratura de la JEP", explica el miembro del Movice.

Estas fallas identificadas en el Maximiliano Corde, en zona rural de Samaná, llevaron a construir un protocolo único en Colombia y será el San Agustín, en área urbana de este municipio, en donde se ejecute un plan piloto para la recuperación de osamentas e identificación de potenciales víctimas de la violencia dadas por desaparecidas.

Infografías | Juan Carlos Hómez | LA PATRIA

Las labores

Fueron dos años de labores con organizaciones sociales, víctimas e instituciones del Estado con conocimiento forense, y aunque se tiene la esperanza de que se puedan identificar restos, con otros será labor imposible. Allí trabajarán el Grupo de Apoyo Técnico Forense (Gatef) de la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP y el Grupo Interno de Trabajo de Búsqueda, Identificación y Entrega de Personas Desaparecidas (Grube), con el apoyo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala.

Se optó por el San Agustín, dado que allí se encontró la mayor cantidad de cuerpos de la zona. Una vez se ejecute este plan piloto, se empezará a implementar la estrategia en otros camposantos de Colombia, pero García indica que es necesario fortalecer al Instituto de Medicina Legal.

El San Agustín cuenta con un osario común de tres metros de ancho y de una profundidad desconocida, en donde se presume que hay cerca de 200 cuerpos. El trabajo será de cuidado, pues los antropólogos deberán ingresar por una cavidad de 40 cm x 40 cm para empezar a encontrar los restos y separarlos de otro material. Este mes se iniciarán las labores que durarían cuatro meses y podrían extenderse.

Los forenses deben ingresar con elementos de seguridad sellados herméticamente para no generar contaminación y estar capacitados en trabajo en altura. Posteriormente los trasladarán a otros espacios para empezar con el proceso de identificación.

En diciembre pasado, la JEP ordenó medidas cautelares sobre el río La Miel gracias a la información de víctimas que contaron que este fue escenario de desaparición. El Centro Forense Integral (Equitas) ya adelantó proyectos pilotos que se espera aplicar allí.

Se trata de lanzar al afluente un objeto que simula ser un cuerpo humano, se realiza un seguimiento a través de la corriente y así identificar hasta dónde puede llegar o estancarse para conocer la dinámica del cuerpo de agua y saber a qué puertos fluviales pudieron haber llegado los restos humanos o si quedaron en el lecho.

"Estamos trabajando con unas 200 personas que buscan a sus seres queridos en esta región y un 40% fue arrojado a La Miel. El punto más conocido es el que conduce hacia San Diego desde Samaná, y el puente que uno atraviesa de Victoria hacia Samaná. Son puntos de referencia y escenarios de desaparición del frente 47 de las Farc y de las Autodefensas del Magdalena Medio", explica García Sierra.

El Movice, en su seguimiento a las sentencias de Justicia y Paz, encontró que 'Ramón Isaza', comandante de las Auc, confesó que el río La Miel se usó para lanzar cuerpos allí y aunque con estos se tiene una cifra aproximada de desaparecidos, con las Farc no se ha logrado, por falta de alguien que cuente la verdad.

En otra audiencia efectuada ante la JEP en noviembre en Armenia con firmantes de paz, estos confesaron que asumieron el control de esta zona después de que alias Karina se entregó. Dijeron que están dispuestos a brindar información, por lo que en el 2024 esperan avanzar y llegar con más precisión a puntos de interés.

"También esperamos que nos hablen de fosas, tanto a orillas del río como en montañas donde ellos tenían control estratégico y donde mataban a la gente, la desaparecían, la dejaban enterrada. Esperamos recopilar datos sobre estos cementerios clandestinos para hacer el proceso de prospección y posible exhumación", dice el representante del Movice en Caldas.

'Ramón Isaza' habló de unas 50 víctimas lanzadas al río La Miel y en Puerto Berrío (Antioquia) podrían dar con gran parte de ellas. En este municipio se recuperaron 167 cuerpos del río Magdalena y fueron a parar al cementerio local. Dato relevante es que La Miel desemboca en este gran afluente.

El Movice

Este movimiento surgió en 1998 con la unión de distintas organizaciones que pretendían exponer la violencia que sufre la población a manos del Estado colombiano. En el 2005, cuando se creaba la ley de Justicia y Paz, surgió como la voz de las víctimas ante los jefes paramilitares, quienes no tenían cómo las escucharan.

Desde el 2016, tras el Acuerdo de Paz con las Farc, se dedicó a presentar informes ante la Comisión de la Verdad. En el 2018, con la creación de la JEP, Movice y Ríos Vivos lideran la búsqueda de víctimas en Hidroituango.

Movice fue la encargada de solicitar medidas cautelares sobre 16 sitios de interés forense en el país y dos en Caldas: Magdalena Medio y Riosucio y Supía.

Un reto con nuevas administraciones

Ante la presunta falta de apoyo en el proceso de búsqueda de víctimas de desaparición forzada, la JEP ordenó sanciones contra los exgobernadores de Caldas y de Valle del Cauca Luis Carlos Velásquez y Clara Luz Roldán, así como de los exalcaldes de Supía y Riosucio Marco Antonio Londoño y Marlon Alexánder Tamayo, quienes dejaron sus cargos el 31 de diciembre del 2023. El pedido de las familias de los desaparecidos es que las administraciones entrantes para el fortalecimiento de Medicina Legal cumplan con las medidas cautelares y se agilicen los procesos de búsqueda.

Tres cementerios más

Cementerios de Manizales, Villamaría y Chinchiná se vincularon al trámite de las medidas cautelares. El próximo año arrancaría la búsqueda en los camposantos de los tres municipios del centrosur caldense.