La muerte del papa Francisco marca el fin de un pontificado que transformó profundamente la Iglesia Católica. Como primer pontífice latinoamericano y jesuita, su liderazgo estuvo definido por una apuesta decidida por la inclusión, el diálogo y la justicia social.

Cuatro académicos colombianos analizan, desde distintas perspectivas, el impacto de su legado y los posibles caminos que tomará el Vaticano en esta nueva etapa de transición.

Un pontificado reformista y de cercanía con los marginados

Misael Kuan, catedrático del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones (CETRE) de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, destaca que Francisco consolidó un estilo pastoral cercano a los pobres y comprometido con las causas sociales.

“Durante estos 12 años, el Papa se caracterizó por su cercanía con los marginados, su defensa de los refugiados y su llamado constante al diálogo con realidades complejas. Fue un pontífice en renovación constante”, señala Kuan.

Además, enfatiza que su visión progresista contrastó con sectores tradicionales dentro de la Iglesia, especialmente en países del primer mundo, donde la liturgia y la ortodoxia doctrinal mantienen una presencia dominante.

El académico también subraya el rigor del proceso de sucesión que ahora inicia, diseñado para garantizar la estabilidad institucional en un mundo cambiante.

Las reformas como pilar de su pontificado

Catalina Bermúdez, doctora en Teología Sistemática y profesora del Departamento de Teología de la Universidad de La Sabana, resalta la valentía de Francisco al impulsar reformas profundas en la estructura de la Iglesia.

“Fue un papa de reformas fuertes y valiente frente a la injusticia y la discriminación. Un papa pobre para una Iglesia pobre, que animó a los pastores a tener ‘olor a oveja’”, comenta Bermúdez.

Según ella, las reformas jurídicas y organizativas introducidas por Francisco tienen bases sólidas, aunque algunas podrían modificarse si el próximo pontífice adopta una línea más conservadora. No obstante, señala que lo habitual en la historia eclesiástica es que haya continuidad.

Sobre la elección del sucesor, Bermúdez aclara que, aunque Francisco nombró a dos tercios de los cardenales electores, no necesariamente esto garantiza una línea idéntica, ya que el resultado final siempre contiene un componente de sorpresa y espiritualidad.

La sucesión entre especulaciones y equilibrios doctrinales

Alejandro Castaño, profesor del programa de Derecho en Areandina sede Bogotá y doctor en Derecho y Filosofía, enfatiza que, a diferencia de otros gobiernos, el Vaticano no cuenta con un “segundo al mando”, lo cual hace que el proceso de elección del nuevo papa esté rodeado de incertidumbre.

Entre los posibles sucesores, Castaño menciona dos grandes corrientes: una conservadora, representada por el cardenal Robert Sarah de Guinea, y otra más liberal, donde figuran nombres como el cardenal Matteo Zuppi y monseñor Víctor Manuel Fernández.

“Hay factores externos como la posición del cardenal Burke o la edad de los candidatos, como el caso de Schönborn, que aunque ya no puede votar, sigue teniendo influencia en la Iglesia”, explica.

Castaño considera que el próximo papa deberá enfrentarse a retos globales como la justicia social, los derechos humanos y el avance de la inteligencia artificial, abriendo espacio a un diálogo entre la tradición religiosa y los desafíos contemporáneos.

Un legado de misericordia y diplomacia

Para el sacerdote jesuita José Yamid Castiblanco Castaño, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana, el papa Francisco dejó una Iglesia más abierta, dialogante y comprometida con el sufrimiento humano.

“Retomó las banderas del Concilio Vaticano II al promover la sinodalidad y la participación de los laicos. Su legado está marcado por la misericordia y su capacidad de mediar en conflictos, como el proceso de paz en Colombia”, afirma.

Castiblanco también recuerda la actitud del pontífice frente a las personas LGBTI+, a quienes nunca juzgó, y su constante defensa de las víctimas en guerras como las de Ucrania o Palestina. “Su mensaje siempre fue evangélico, no ideológico. Fue tildado de comunista, pero lo único que hizo fue reafirmar el Evangelio”, subraya.

Sobre el futuro, considera improbable una ruptura total con su pontificado, ya que la mayoría de los cardenales electores fueron nombrados por él con criterios de sensibilidad social y apertura.