
Fotos | Flia Gómez Sánchez | LA PATRIA El banquero manizaleño Daniel Gómez Sánchez falleció a los 68 años. Su legado de ética, amistad y humor perdura. Con sus dos amores: su hija Valeria y su nieto Natán.
Daniel Gómez Sánchez no fue solo un banquero. Fue un amigo leal, un líder respetado y una de esas personas que, al partir, dejan silencio y gratitud.
Su historia comenzó en un hogar liderado por su madre, Inés Sánchez, tras la temprana muerte de su padre, Samuel Gómez. Creció como el noveno de diez hermanos y desde joven mostró una disciplina firme y una calidez humana que lo acompañarían toda su vida.
De noche estudió Administración de Empresas en la Universidad de Manizales, mientras trabajaba como cajero en el entonces Banco Anglo Colombiano. De ahí, con esfuerzo y estudio, ascendió hasta la gerencia del Banco GNB Sudameris.
“Mi tío arrancó desde cajero. Estudiaba de noche y trabajaba de día. Fue un hombre hecho a pulso”, recuerda Felipe Anzola Gómez, su sobrino.
Era un banquero de los de antes: conocía a sus clientes, hablaba con sus empleados, tomaba decisiones justas y claras. “Era muy amable, muy sociable. Por eso tenía tantos amigos en todos los círculos sociales”, agrega Felipe.
"Mi tío no necesitaba reflectores. Su legado está en la memoria de quienes compartimos con él una charla, un consejo o simplemente una sonrisa".
Su familia lo recuerda como un hombre respetuoso y alegre. Sus amigos destacan su humor, su rectitud y la honestidad con la que lideró toda su carrera. Los diez hijos con mamá Inés, fallecida en 2017.
Fue un amigo para toda la vida
Desde niño, Daniel forjó vínculos fuertes con personas que lo acompañaron toda su vida. Uno de ellos, Pablo Felipe Gómez, quien lo describe como un amigo leal, franco y siempre sonriente.
“Nos hicimos amigos desde pequeños, por nuestras mamás. La mamá de él, doña Inés, y mi mamá, eran muy cercanas. Así empezamos a vernos seguido, a compartir desde niños”, cuenta Pablo Felipe, quien también recuerda los muy buenos años de juventud marcados por múltiples actividades.
Daniel creció en una casa ubicada en la carrera 22 de Manizales, cerca de donde hoy se encuentra la sede de Iván Botero Gómez. “Nos veíamos mucho por fuera del colegio. Luego, en la universidad, seguimos siendo parte del mismo grupo. Compartíamos el gusto por el motociclismo y deportes acuáticos, además jugamos bolos, golf y mucho billar”, relata Pablo Felipe.
A nivel profesional, Daniel Gómez Sánchez se destacó como un banquero de alto nivel, respetado por su rigor y su postura ética. Con un liderazgo cercano, ética incuestionable y risa inolvidable.
“Era un hombre cuadriculado en los negocios, muy correcto. Siempre decía: ‘Aquí hay unos límites. Hasta donde el banco me lo permita, le puedo ayudar con mucho gusto’. Desde la entrada ponía las reglas”, recuerda su amigo.
Sus carcajadas amplias y sinceras lo hacían inconfundible en cualquier reunión, "Como era un excelente conversador y gran contador de historias, era una delicia sentarse con él a escucharle anécdotas, que sabía rematar como buen gocetas que era".
Con sus hermanos Juan Carlos, Alberto y Oscar. Cómplices y amigos. Hace cuatro años había fallecido Guillermo, el quinto de los Gómez Sánchez.
Valeria y Natan, sus dos adoraciones
Daniel no volvió a casarse tras su separación, de cuya unión nació su hija Valeria, la mamá de Natan su nieto, ese nuevo gran amor que lo hizo tan feliz en su edad adulta. Ambos viven en Bogotá.
Tras alcanzar su jubilación Gómez Sánchez se retiró de la banca activa para dedicarse a inversiones personales, aunque nunca se alejó del todo de sus amigos ni de sus extensas y animadas conversaciones con su barra.
Fue precisamente en moto, una de sus pasiones de toda la vida, que sufrió un accidente en la vía antigua a Chinchiná. Un motociclista no respetó un pare y lo embistió, ambos cayeron.
Daniel se fracturó una mano y fue operado, pero días después presentó un dolor de cabeza intenso. Fue diagnosticado con un derrame cerebral que lo dejó en coma durante mes y medio. “Mientras hay vida hay esperanza, pero después ya no había nada que hacer”, relata con tristeza su amigo.
Su muerte, a los 68 años, conmocionó a Manizales el pasado domingo 25 de mayo. Aunque mantenía un perfil bajo ante los medios, su nombre era conocido y respetado en varios círculos sociales.
“Cachona”, como Pablo Felipe lo rebautizó en la juventud, fue el apodo que llevó con humor. Nunca le molestó. Lo aceptaba como parte de su identidad. "Quienes lo conocimos y disfrutamos de ese gran ser humano coincidimos en que era imposible estar con él y no reír".
Su familia también es parte del legado que deja. Su hermano Alberto es cirujano cardiovascular. Su hermana Beatriz, destacada periodista, trabajó en la televisión nacional y en la BBC de Londres.
"Todos ellos reflejan ese espíritu de trabajo y respeto que Daniel cultivó desde su infancia, en medio de una familia numerosa, extremadamente unida y muy solidaria".
Manizales despidió a un hombre íntegro. Su ejemplo vive en cada conversación donde se le nombra con cariño, en cada recuerdo donde su voz y su risa resonaron como símbolo de una vida bien vivida.
Haga clic aquí y encuentre más información de LA PATRIA.
Síganos en Facebook, Instagram, YouTube, X, Spotify, TikTok y en nuestro canal de WhatsApp, para que reciba noticias de última hora y más contenidos.