Nombraron a Fernando Merchán Ramos como nuevo gerente de Aerocafé y ha hecho un lobby de medios tan intenso que sólo le falta salir en “El Catolicismo”. Desde emisoras locales hasta La W Radio y Cambio volvieron a hablar esta semana otra vez, por enésima vez, sobre el aeropuerto que no aterriza, la plata que falta y las dudas que sobran.
El miércoles La Patria publicó una entrevista que comienza con una frase del nuevo gerente: “Los aguadeños somos muy recursivos, y de ahí el relato del putas de Aguadas, quien no le temía a nadie ni le quedaba grande nada”. Esperaría uno argumentos técnicos y no frases de culebrero, pero precisamente eso fue lo que me gustó de la entrevista: delata el nivel del personaje. “Si tengo que ir a dormir en el despacho de uno de los ministros o afuera o en el Congreso o en alguna de las comisiones o en el mismo Palacio allá me llevaré la carpa para ver si me atienden”. ¡Ay!
Desde la segunda pregunta Merchán aclara a quién le debe el puesto: “hay personas muy relevantes en este Gobierno, como Santiago Osorio”. Luego repite, para que no se nos olvide: “vuelvo a mencionar a Santiago Osorio, que es el enlace más poderoso de Caldas con el Gobierno Nacional”.
Imaginemos la cara del MinTic Mauricio Lizcano al leer esa frase: Espejito, espejito ¿quién es el más poderoso? ¿Quién es el más cercano a Petro? El ministro Lizcano lleva año y medio al lado de Petro y Aerocafé sigue en las nubes. ¿Será que Osorio sí lo aterriza, sabiendo que ha sido crítico de ese “aeropuerto de élites”, como lo llamó su primo Carlos Mario?
Para quienes no lo ubican, Santiago Osorio es un joven al que, sin experiencia política, se le apareció una curul en la Cámara de Representantes en marzo de 2022. Sus méritos fueron dos: el primero, lograr que el logo del Pacto Histórico apareciera en el tarjetón de su lista verde, cuando Petro ya arrastraba un caudal significativo de apoyos para la Presidencia. Más de 15.000 caldenses tacharon sólo el logo, de manera que sin marcar el número de Santiago Osorio terminaron convirtiéndolo en congresista. El segundo mérito fue ser primo del alcalde de Manizales. La Patria documentó las presiones que recibieron los contratistas de la Alcaldía, los chats del gabinete de Carlos Mario Marín y las reuniones que armaron para buscarle votos al candidato-primo. Hay un video de enero de 2023 en el que Marín confiesa: “empezando el año yo tomé una decisión enorme y es que el proyecto político que lidero eligió a un congresista, no creo que ningún alcalde haya logrado eso”. Una inédita aceptación de participación indebida en política de funcionarios públicos, que interesó a los medios de comunicación, pero no a los organismos de control, lo cual no sorprende: ahí acaba de posesionarse un exsecretario suyo, Carlos Alberto Arias, como contralor provincial.
Volvamos a Aerocafé. Su costo pasó hace rato de $1 billón y hasta ahora hay $600.000 millones, de los cuales falta que el gobierno consigne lo que prometió en la fiducia. Ante semejante boquete Merchán afirma: “le puedo decir hoy a la opinión pública que la mitad de los recursos están comprometidos y que vamos a tratar de empezar lo antes posible porque la gente quiere que sea una realidad”. ¿Empezar obras sin tener toda la plata? o ¿empezar a buscar la plata que falta?, ¿cree que antes no buscaron esa plata? puede ser, porque según Merchán la clave para darle un viraje al proyecto es un cambio de actitud.
El ministro de Transporte dijo esta semana que Aerocafé podría construirse con ingeniería militar. Armando Montenegro alertó hace poco sobre “una creciente participación de los militares en la construcción de infraestructura de transporte”. Por supuesto prefiero militares construyendo puentes y no cometiendo falsos positivos, pero desconcierta que el gobierno del cambio involucre a las fuerzas armadas en sectores que desarrolla la sociedad civil, y con la opacidad que caracteriza todo lo relacionado con ejecución del gasto militar. Ese aterrizaje, el de un aeropuerto internacional construido por ingenieros militares, sin intervención de ingeniería privada, sí que sería un cambio drástico de actitud.